¿Qué está pasando con nuestras autoridades?

¿Qué está pasando con nuestras autoridades?

¿Qué está pasando con nuestras autoridades?

En los últimos años, el desorden urbano, la arrabalización de los puentes, parques, jardines, aceras y contenes de las principales ciudades del país, se ha convertido en una constante preocupante, ante la indiferencia o la complicidad de las autoridades provinciales, municipales y nacionales.

Poco a poco, las orillas de ríos, cañadas, así como las avenidas de conexión con los principales pueblos del país son depredadas y convertidas, de reservas naturales, en centro de acopio de dominicanos y haitianos que se desplazan de sus lugares de miseria hacia los cascos urbanos, para convertirlos en su hábitat, lo que logran con suma facilidad y sin que a nadie le importe.

Los puentes peatonales son ahora la fuente de una gran preocupación para los ciudadanos conscientes del valor que tiene la actividad turística para el país y que, miran impotentes como haitianos y dominicanos han tomado las entradas y salidas, así como sus plataformas para colocar mercados vergonzosos.

Ahí se vende de todo, desde el frío frío hasta la caña y, más el agregado natural de la delincuencia, que allí es también una constante.

Si las autoridades del Gobierno central, de los ayuntamientos, de Obras Públicas y de la denominada Autoridad Metropolitana del Transporte (Amet), exhibieran un poco de orgullo por su país y un ´poco de respeto por los ciudadanos dominicanos, ya habrían actuado para detener esa práctica terrible, que cada vez cobra fuerza.

Bastaría tomar como ejemplo los puentes peatonales de las principales vías de acceso como es el caso de la 27 de Febrero, Kennedy con Máximo Gómez y el kilómetro nueve de la autopista Duarte.

Esos peatonales son mercados vulgares a los cuales no tienen libre acceso los peatones, para cuya protección de los accidentes viales fueron hechos.

Estas estructuras, que son realmente de gran flujo humano, porque están en las más populares paradas del Metro de Santo Domingo, han sido completamente arrabalizadas y todo ocurre ante la presencia indiferente de los agentes de la Amet que conviven con ese desorden, las autoridades de Obras Públicas y del municipio, cuya inclinación hacia el clientelismo político no les permite mover un dedo.

Los motoristas y choferes de carros públicos son otro problema.
¿Cómo se puede hablar de desarrollo ni propiciar inversiones en el importante sector turístico, si nos convertimos rápidamente en una ciudad sucia, descuidada y cargada de todas las impurezas y en una nación en la cual el respeto y el valor de la identidad están cada vez más ausentes? Señor Presidente, de un ejemplo y disponga que los funcionarios se pongan los pantalones ante este grave problema.



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