Antes nos gustaría usar las mismas palabras del catedrático argentino profesor Nahuel Oddone para definir la paradiplomacia. “Es la acción internacional de los gobiernos locales”.
Hablar de acción internacional en nuestro país siempre fue tema de los gobiernos nacionales, nada que ver con los ayuntamientos, pues estos estaban fundamentalmente para darles servicios básicos a la población, recoger desechos, manejar cementerios, parques limpios y aceras para caminar cuando nos plazca.
Cosas que sucedieron en toda la región LA en las mayorías de nuestros países, sin embargo, la misma ola de la descentralización de funciones del Estado o del gobierno que fue ampliamente acogida en la década de los 80´s, les otorgó a los llamados gobiernos locales una especie de licencia social y política para ejercer de manera plena y desarrollar a sus anchas, acciones que procuren el bienestar de sus poblaciones.
Somos del criterio universal de que el alcalde o síndico como una vez fue llamado en nuestro país, es la autoridad más cercana que tiene el ciudadano común o llamado popularmente el ciudadano de a pies por la humildad que reviste su situación económica.
La búsqueda permanente de soluciones que el gobierno nacional no pudo proveerle a sus comunidades (producto de visiones para el desarrollo más enfocados en planes de gobierno partidista, que en una planificación real), obligó a que las autoridades locales acudieran a la comunidad internacional para satisfacerlas.
Poseemos un territorio organizado políticamente en distritos municipales y municipios. A lo largo de poco más de 300 km que tiene la división fronteriza, nuestros gobiernos locales adyacentes, además de los problemas propios inherentes a la gestión territorial, también poseen los propios a temas como migración, integración cultural, comercial, medioambiente, etc.
Las acciones derivadas de la paradiplomacia se orientan a la búsqueda de soluciones de los conflictos típicos en estos casos. Todos esos gobiernos locales están en la búsqueda permanente e intensa de soluciones para lograr convivir.
Es de todos conocido las tensiones propias existentes en las fronteras, en algunos casos el tema del narcotráfico, migración ilegal, etc., son aquellos que más ocupan el diario vivir, sin embargo, en nuestra frontera vamos mucho más allá debido a que Haití, con quien compartimos esa franja, es el país más pobre del hemisferio.
A los temas tradicionales se les agrega el tema comercial, tráfico de indocumentados de otros países que usan como trampolín el nuestro, tema sanitario, y el más determinante el desempleo. Culturas tan distintas y distantes traen novedosos conflictos y por tanto se buscan soluciones novedosas.
Mercados binacionales creados al efecto de que ambas naciones se beneficien mutuamente entre productores nacionales y consumidores extranjeros. Municipios de ambos lados logran entenderse de manera legal entre sí sin la participación directa de los gobiernos supranacionales creando un modelo institucional de base paradiplomática para una microrregión fronteriza garantizando cohesión e inclusión social y gestión de bienes públicos compartidos.
¡A potencializar el tema de paradiplomacia!, es sin dudas mejor ponerse de acuerdo entre pequeños poco a poco utilizando el concepto deductivo de lo particular hacia lo general. Una vez alcanzado esto ya el trabajo de los gobiernos nacionales será mucho más fácil.
*Por Víctor Feliz