Los cerdos, los granjeros y la peste
La peste porcina africana, de acuerdo con afirmaciones que circulan en el país desde finales de los años 70, puede llegar a ser fatal en las granjas de cerdos, pero no representa ningún riesgo para la salud humana.
Era dicho entonces, y ahora también, que a pesar de que afecta la crianza de cerdos, la carne puede ser consumida, particularmente la de animales sacrificados como una manera de cortar el paso a la transmisión del virus que la provoca.
Porque de eso se trata, de erradicar la peste acabando con la población porcina.
En cualquier caso, la presencia del virus tiene consecuencias en la crianza y en el comercio de productos cárnicos, tales como embutidos y cortes.
Afecta la crianza porque las granjas contagiadas son muy difíciles de tratar. De común es conocido que contra los virus no son efectivos los antibióticos y al tratarse de una virosis, la única forma de erradicar esta enfermedad es sacrificando a los cerdos enfermos y a los expuestos.
Cualquiera que pueda, por un momento, ponerse los zapatos de los criadores estará en condiciones de imaginar el duro golpe que representa el tener que sacrificar a todos los individuos de una granja porque uno de ellos dio síntomas de haber sido alcanzado por el virus de esta peste.
Se trata, sin duda, de un sacrificio económico importante para un porcicultor.
Pero también lo es para la Administración que decide, como en los años 1978-79, eliminar la población porcina como una manera de acabar con la peste.
Si el Gobierno se inclina por esta vía, como ha solicitado el Colegio Dominicano de Médicos Veterinarios, deberá realizar una fuerte inversión para acompañamiento económico de los criadores.
Y deberá también poner una gran atención a vigilancia sanitaria para evitar un nuevo contagio proveniente de otro país, como puede ser Haití.
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