El caso Coral, en sus dos versiones, ha demostrado que la corrupción en los cuerpos armados desborda la imaginación del más creativo escritor de ciencia ficción.

En nombre de la “seguridad nacional” o de la “seguridad pública”, en los cuerpos castrenses, incluyendo la Policía Nacional, hay un descontrol que facilita casos como el que está procesando el Ministerio Público.

El expediente cuenta cómo cientos de millones de pesos fueron desviados para terminar en manos de particulares.
El caso Coral deja demostrado también que mucho dinero que puede usarse para atender necesidades reales es presupuestado para asuntos no prioritarios y perfectamente prescindibles.

Los miembros de las Fuerzas Armadas comprometidos con los mejores intereses de la Nación son los más llamados a reclamar que se impongan controles y se audite el gasto.

Éstos están llamados a ser los principales aliados de las acciones del Ministerio Público tendentes a investigar sobre los presuntos actos de corrupción a lo interno de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.

El caso Coral, en sus dos versiones, ha dejado a muchos con la boca abierta por el asombro de la magnitud de lo que allí se describe.
Ojalá los tribunales sirvan para exponer lo que ocurre en los cuerpos castrenses.