Inteligencia Artificial en el espectáculo

Inteligencia Artificial en el espectáculo

Inteligencia Artificial en el espectáculo

Raphy D Oleo, empresario artístico

Por: Raphy D Oleo

La integración de la tecnología y el arte, donde se combinan las ilusiones de una realidad diversa con objetos virtuales en un intercambio de emociones y datos entre humanos y máquinas, es ya una realidad.

La aplicación de la inteligencia artificial y el desarrollo de los dispositivos van a revolucionar dramáticamente la potencialidad de los espectáculos musicales y artísticos, donde el universo de sonido, iluminación y representación visual llevará a otro nivel el disfrute de un público robotizado. Los procesos artísticos dejarán de ser espontáneos y la automatización reducirá los errores humanos, afectando la fuerza de la creatividad pero aportando mayor precisión.

En nuestro país, en lo inmediato, la aplicación de esta tecnología en el entorno artístico, va a tardar más tiempo por lo costosa que resulta, aunque sí podrán utilizarse elementos que ya están incidiendo en otros sectores como la banca y las altas finanzas. Actualmente algunas herramientas de inteligencia artificial son de uso en nuestro diario vivir: los asistentes de voz como Alexa, la robótica en los hogares, el monitoreo de las redes y los sistemas de geolocalización.

Los primeros afectados en el ámbito artístico nuestro serán los músicos y bailarines, quienes podrían ser sustituidos por hologramas humanos que se sincronizan con la música produciendo imágenes hiperrealistas. Igual, los asistente de voz serán programados para desplazar a los coristas, todo ello, en un sistema sincronizado de realidad aumentada sin intervención humana y que detecta lo que ocurre en un escenario.

Se usan pulseras tecnológicas para que los espectadores muevan sus brazos al compás de la música creando un espectáculo visual impresionante, y mediante la inteligencia artificial esas mismas pulseras, permiten a los fanáticos enviar en tiempo real impresiones que aprovechan los productores para medir las emociones, palpando cómo fluye el concierto y qué cambios debe realizar el artista para hacer más divertido el evento. La realidad aumentada y la innovación que los productores puedan lograr con la variedad de luces y despliegue tecnológico afectarán la parte de la industria de la iluminación pues las pantallas gigantes serán lo mínimo que el público espera.

Las grabaciones serán realizadas en su totalidad sin músicos en vivo y las grandes plataformas como Apple Music y Spotify sólo realizarán playlist con música en formato Stereo y Dolby Atmos, lo que afectará drásticamente a ese renglón de la industria. En el plano social el desplazamiento de recursos por la tecnología y los despidos laborales, pueden provocar una desigualdad social de imprevisibles consecuencias, afectando también la crónica del espectáculo en periódicos, revistas y televisión.

La historia camina hacia adelante y no podemos sustraernos a los procesos de cambio. En la vida todo es reemplazable y el espectáculo no escapa a ese discurrir. Antes, los encendedores iluminaban los aforos, luego las linternas de celulares y ahora pulseras inteligentes. Los músicos impregnan vitalidad con su actuación, pero esta será suplida por figuras holográficas en el escenario y el despliegue de tecnología por inteligencia artificial, nos llevará a un mundo donde la espontaneidad será sustituida por el asombro y la satisfacción por el goce momentáneo.



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