En pleno caos político, un admirador de la dictadura busca los focos en Brasil

En pleno caos político, un admirador de la dictadura busca los focos en Brasil

En pleno caos político, un admirador de la dictadura busca los focos en Brasil

Jair Bolsonaro

RÍO DE JANEIRO, Brasil.-La creciente popularidad de Jair Bolsonaro, un diputado que ensalza a un torturador y a la dictadura militar (1964-1985), ilustra el peligro de los pescadores en aguas revueltas de la caótica situación política en Brasil.

Ocurrió el domingo, ante millones de telespectadores, durante la tumultuosa votación de la Cámara de Diputados que aprobó el proceso de destitución de la presidenta Dilma Rousseff, ratificado por una amplia mayoría.

«¡La izquierda perdió en 1964 y perdió ahora, en 2016», lanzó Bolsonaro antes de dedicar su voto «a la memoria del coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, el pavor de Dilma Rousseff».

El mensaje era deliberadamente impactante: Ustra, fallecido en 2015, fue el temido jefe de la policía política de la dictadura, responsable de 70 muertes o desapariciones de opositores y ampliamente sospechoso de centenares más.

Pero para Rousseff, en particular, era un cruel insulto: joven guerrillera marxista en los años 1970, fue presa y torturada por el régimen militar.

Sin nombrarle directamente, la presidenta dijo el martes que consideraba «lamentable ver a alguien votar rindiendo homenaje al mayor torturador de Brasil».

La retórica ultraderechista de Bolsonaro ha desatado encendidas reacciones en las redes sociales.

Una petición reclama que se presenten acciones legales en su contra por «apología de la tortura». La estridente declaración de Bolsonaro se produce en un país con una situación política de suma volatilidad: la mandataria denuncia un «golpe de Estado» institucional, el hombre que puede sustituirle en breve, su vicepresidente Michel Temer, es igual de impopular, y el 60% de los miembros del Congreso están en la mira de la Justicia por corrupción.

 Sexista, homófobo y popular

La mayoría de los brasileños dieron la espalda a los días de la dictadura militar hace mucho tiempo y una mayoría votó cuatro veces seguidas al Partido de los Trabajadores (PT, izquierda), llevando al poder a Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010) y luego a su sucesora Dilma Rousseff.

Gran parte de los ciudadanos tampoco aprobó los insultos sexistas de Bolsonaro (61 años) contra la diputada del PT Maria do Rosario. Si en 2003 la llamó «puta» a gritos, el año pasado repitió la vejación al chillarle en la propia Cámara: «No te violaría porque no te lo mereces«.

También dijo que prefería que su hijo muriera en un accidente de tráfico antes de que fuera homosexual. Pese a ello, a un sorprendente número de brasileños le debió gustar lo que oyeron, a la vista de los 2,8 millones de amigos que tiene en Facebook.

Este militar en retiro fue reelegido por Rio de Janeiro en las elecciones de 2014 con 464.000 votos, más que cualquier otro diputado del estado.

Hay analistas que discuten ahora si Bolsonaro podría convertir este momento de caos en una eventual campaña presidencial como un «Donald Trump brasileño», un candidato que apela con sus escandalosas declaraciones al resentimiento de los electores.

«Más peligroso que Trump»

Un sondeo de Datafolha del 10 de abril le atribuía un 8% de las intenciones de voto para las presidenciales de 2018, dos veces más que en diciembre. La marca le colocaba en la cuarta posición, pero muy por delante del 2% de Temer, que asumiría el poder si Rousseff fuese apartada en mayo.

«Después de todo lo que hemos visto en los últimos meses, nadie puede garantizar que no se haga grande», valoró Sylvio Costa, fundador de la web política Congresso em Foco, que añadió: «Espero que no, porque es todavía más peligroso que Donald Trump».

Y no es el único que lo piensa. Bolsonaro se ha convertido en «la voz, la personificación de gran parte del pensamiento radical del país», afirmó Michael Mohallem, profesor de Derecho de la Fundación Getulio Vargas.

«No creo que mucha gente crea realmente que pueda llegar a ser presidente o algo parecido», añadió, pero la «locura» actual juega a su favor.

El tirón de Bolsonaro se sustenta en parte por la sensación de frustración de la derecha brasileña tras tanto tiempo apartada del poder, así como por el descontento generalizado con la corrupción e incompetencia de las clases gobernantes.

Pero si Rousseff es suspendida en los próximos días hasta su juicio político, como se prevé, la oposición tendrá a uno de los suyos en el poder -Michel Temer-, lo que puede desinflar la burbuja de Bolsonaro.

«Las posiciones radicales tienden a disolverse un poco cuando hay rotación política», afirmó Mohallem. Costa, de su lado, espera que Brasil nunca llegue a un punto donde una presidencia de Bolsonaro sea viable.

«Si los brasileños lo eligieran, podría ser el último presidente electo de forma democrática», sentenció.



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