El mercado fronterizo con República Dominicana, solución de los haitianos para abastecerse

El mercado fronterizo con República Dominicana, solución de los haitianos para abastecerse

El mercado fronterizo con República Dominicana, solución de los haitianos para abastecerse

Haitianos cruzan la frontera para abastecerse de productos, principalmente alimentos, este lunes, en el Mercado Binacional en Dajabón (República Dominicana).

Dajabón,.- Los lunes y los viernes, cuando oficialmente funciona el mercado binacional de Dajabón (noroeste de República Dominicana), miles de haitianos se agolpan en la frontera para cruzar al vecino país y abastecerse de artículos que escasean en su territorio y también para vender sus productos.

Este lunes no es una excepción. A las 8 en punto de la mañana y bajo la fuerte vigilancia del Cuerpo Especializado en Seguridad Fronteriza (Cesfront) y los servicios de inteligencia, República Dominicana abre el portón limítrofe.

Del otro lado, miles de haitianos, principalmente mujeres, esperan desde la madrugada a que comience el mercado binacional.

 

Haitianos cruzan la frontera para abastecerse de productos, principalmente alimentos, este lunes, en el Mercado Binacional en Dajabón (República Dominicana).

Un oficial del Cesfront dice a EFE que los lunes y viernes pueden llegar a cruzar por el portón unos 35.000 haitianos, de los que muchos vienen en busca de productos alimenticios como plátanos, huevos, salami, arroz y harina, debido a la profunda crisis que vive su país y la inseguridad.

Según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), la falta de alimentos lleva a que casi la mitad de la población haitiana, es decir, 4,97 millones de personas de un total de 11 millones, afronte una inseguridad alimentaria aguda y, de ellos, 1,64 millones están en la fase 4 de emergencia de la Clasificación Integrada de las Fases de Seguridad Alimentaria (CIF).

La comida y el dinero escasean en Haití

Pero los haitianos no solo vienen a comprar, otros acuden a ofrecer sus productos. Es el caso de Archibald Wilfred, de 45 años, residente en la localidad haitiana de Ouanaminthe (a solo unos metros de la frontera) y que desde hace seis años tiene un puesto de productos alimenticios en el mercado binacional.

“Ahora vendo mucha más comida que antes porque, lamentablemente, no hay mucha comida allá. Hay poquísimos alimentos y tampoco ya hay dinero”, comenta a EFE Archibald, cuyos clientes son principalmente comerciantes procedentes de diversas ciudades de Haití, incluso de la capital, que posteriormente revenden la mercancía. Al ser preguntado sobre su opinión acerca del despliegue de una misión extranjera en su país, Archibald considera que “la llegada de las tropas es el 50 por ciento de la solución.

Si llegan será bueno porque la gente espera tener seguridad y con ellas las bandas se acabarán”, confía. Mientras tanto, en el otro lado de la frontera, muchos policías haitianos intentan poner orden y separar en grupos a las miles de personas que esperan para llegar de manera relativamente ordenada al puente fronterizo, antes de ingresar al lado dominicano.

Pese a los esfuerzos policiales, en varias ocasiones la situación se vuelve caótica porque muchos quieren ser los primeros en cruzar, lo que provoca empujones, golpes y caídas.

En Dajabón, las autoridades dominicanas proceden a tomar los datos biométricos de las miles de personas que entran, como forma controlar la entrada al país.

Ya en el interior del Mercado Binacional, son miles las personas que se mueven en un hormigueo imparable, entre gritos y empujones, comprando y vendiendo todo tipo de productos, principalmente alimentos, como se puede apreciar en la larga fila de carretillas, ‘tricimotos’ y paquetes sobre las cabezas de las mujeres que vuelven de regreso a Haití.

Continúan las deportaciones

Por la frontera no solo entran y salen vendedores y compradores. Media hora después de abierto el portón limítrofe, llega el primer camión de la Dirección General de Migración dominicana que traslada a decenas de haitianos deportados del país.

María, una joven de unos 30 años, baja de “la camiona”, llorando y temblorosa- “He vivido toda mi vida en Dajabón, pero mi mamá nunca me hizo los papeles”, asegura. “Salí a comprar algo y migración me subió al camión. No sé que voy a hacer ahora”, agrega, mientras camina lentamente hacia Ouanaminthe.

Y no es el único camión. A lo largo de la jornada, son varios los que llegan con personas que son expulsadas, una política que continúa pese a los llamados de la ONU y de organizaciones defensoras de los derechos humanos a que cesen las deportaciones desde República Dominicana ante la violencia y la crítica situación en Haití.



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