Las encuestas por muestreo, en esencia, son estudios observacionales sobre temas específicos, que se materializan por medio de preguntas preestablecidas, que no requieren controlar ni modificar el entorno donde se realizan, pero requieren de la observancia de los componentes metodológicos que le dan carácter científico.
En este sentido, el diseño del cuestionario, que es el tema de esta entrega, es fundamental para los propósitos de toda encuesta, ya que los datos que generan, en gran medida, están condicionados a las preguntas que se formulan.
Antes de elaborar un cuestionario para una determinada encuesta, en especial las de opinión y las preelectorales, se requiere agotar un proceso de análisis y decisiones para lograr un instrumento óptimo y adecuado, que incluye los siguientes aspectos: 1) conocer a qué población va dirigida la encuesta, que es fundamental en la redacción de las preguntas y las aclaraciones que se requieran para lograr un entendimiento correcto y las respuestas precisas; 2) conocer cuáles son los objetivos específicos de la encuesta, ya que a partir de los mismos es que se elabora la propuesta de las variables a medir y sus dimensiones; 3) decidir sobre el total de preguntas a formular, que es un aspecto esencial para la aceptación de la encuesta y la calidad misma de los datos, ya que un cuestionario con muchas preguntas es una causa de rechazo de la encuesta y/o de respuestas vagas por el cansancio; 4) estimar el tiempo que consumirá responder el cuestionario, que es un tema que va de la mano con el total de preguntas, y que también constituye una fuente de sesgos de respuestas; 5) decidir sobre el orden de las preguntas, que tiene una gran influencia en la objetividad de las respuestas, ya que, en muchos casos, una pregunta colocada en un orden no apropiado puede sesgar la respuesta de la pregunta siguiente; 6) decidir sobre la diagramación del cuestionario, que debe hacerse en bloques temáticos, garantizando un orden lógico de las preguntas con los filtros que sean necesarios, el flujo correcto y evitar hacer preguntas que no apliquen; 7) decidir sobre los tipos de preguntas, si serán de respuestas abiertas o cerradas o la combinación de ambas; 8) decidir si el cuestionario será aplicado por entrevistadores o será de auto aplicación; 9) decidir sobre la redacción de las preguntas que, en cualquier caso, debe ser sencilla y clara, sin ambigüedades; y 10) decidir si el cuestionario será físico o digital.
Lo peor que le puede pasar a una encuesta es un cuestionario mal diseñado. Por esta razón, uno de los aspectos que se evalúan para determinar la calidad de los datos de una encuesta, y la investigación en general, es el cuestionario aplicado.
Cada pregunta que se formule es fundamental para determinar hasta qué punto el instrumento es o no adecuado para generar datos de calidad que respondan a los objetivos de la encuesta. En este sentido, en el marco de las buenas prácticas en materia de encuestas, todo instrumento de recolección de datos debe elaborarse con criterios profesionales.
De hecho, existen mecanismos para validarlos.
Toda información estadística, sin importar la de fuente de datos, se espera que sea exacta, confiable, oportuna, comparable, adecuada y útil. Sobre la comparabilidad de la información, en el caso de que la fuente de datos sea la encuesta por muestreo, esta hay que garantizarla desde el diseño del cuestionario.
En este sentido, cuando existe interés en comparar los datos de una encuesta con ella misma en el tiempo, entonces hay que garantizar una correcta estandarización de las preguntas y todo lo relativo a la redacción y el orden en el cuestionario, de manera que lo que se pregunte en la primera encuesta sea lo mismo que se pregunte en las que siguen.
En adición, cuando se quiere saber si los hallazgos de una encuesta son comparables con los de otra encuesta, de otra firma encuestadora, hay que conocer ambos cuestionarios. Muchas veces, y esto es común en las encuestas preelectorales, aún en los casos de que los datos se hayan recolectado en el mismo período de tiempo o con escasa diferencia de días, se presentan resultados disímiles, sin causas aparentes que justifiquen esas diferencias.
Sin embargo, asumiendo que las firmas encuestadoras son serias, que no se prestan a la manipulación de los datos ni a otras malas prácticas, la fuente de esas diferencias puede estar en las preguntas, fundamentalmente, en el qué se preguntó, cómo se preguntó y en qué orden se preguntó en cada encuesta.
Finalmente, en las encuestas por muestreo, cuando las cosas se hacen bien, sin manipulaciones ni engaños, las dudas se despejan o pasan a un segundo plano. Es por esta razón que, desde este medio, promovemos la cultura de buenas prácticas
*Por Dionicio Hernández Leonardo