Cualquier número

Cualquier número

Cualquier número

“Cuando nadie me ve…puedo ser o no ser, cuando nadie me ve…pongo el mundo al revés, cuando nadie me ve… no me limita la piel, cuando nadie me ve…puedo ser o no ser, cuando nadie me ve…” (Estrofa de la canción “cuando nadie me ve” de Alejandro Sanz).

Pocas cosas se atesoran más en la vida de los seres humanos que su intimidad, es la resguardada “vida privada”, cuya vulneración está penalizada.

Eso explica que desde la semana pasada se encuentre detenido, acusado de “hackeo”, Jochi Gómez, quien según las autoridades, se dedica a “pinchar” teléfonos e introducirse en los correos privados de particulares, con el fin de extorsionarlos. Si ese fuere el caso (eso lo debe decidir un juez) debería ser procesado. Eso no admite discusión.

Lo que me resulta extraño es que el estado haya desplegado tanta parafernalia y dedicado tiempo y recursos a perseguir a una persona cuando hay otros casos en los que no hay necesidad de esforzarse tanto; parecen más fáciles de resolver.

En la pasada campaña electoral se realizó una rueda de prensa por parte de unos legisladores, donde éstos presentaron una conversación telefónica entre dos dirigentes políticos y concluyeron que era un plan para matar a un tercero.

Hoy por hoy, nadie ha explicado quién se encargó de “colectar” esa conversación, pero sí se ha confirmado que se trató de una intercepción no autorizada, es decir, que el delito está tipificado. Entonces, ¿por qué no se persigue?

De hecho, también en la pasada campaña, se presentó una conversación sobre una “conspiración transnacional” (la cual ya quedó en el olvido).

Existe una expresión muy socorrida de que “aquí nos conocemos todos”, y esto aplica en este caso, pues son de conocimiento público quiénes se dedican a pinchar teléfonos y demás “bellaquerías”.

Si el estado ciertamente quiere poner freno a estas acciones, de lo cual no estoy convencido, debería procesar a todos los que el rumor público señala y no sólo a uno, que por demás, es hijo de alguien que adversa visceralmente a las autoridades de turno.

Así pues, perseguir selectivamente a los que “pinchan”, parece más que nada una acción de “desinflados”.

En una nota “light” (va y me hackean por estar hablando de esto). Les cuento un chiste de hackeadores, eso sí, sólo para inteligentes:

Riiing… riiing… riiing…el número que usted ha llamado no está disponible para contestar, por favor deje su mensaje…fulano, soy yo…devuélveme al…. bueno a cualquier número…



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