Sus materiales de construcción fueron diversos, se inició con piedra de sillería, pasando posteriormente a la mampostería de piedra y luego al ladrillo.
Durante el gobierno de Frey Nicolás de Ovando, hacia 1504, se inició la construcción de dos conventos para los frailes de la orden franciscana, quienes fueron señalados por los reyes católicos, para evangelizar a los nativos de las tierras descubiertas.
Uno en la Concepción de La Vega, fuera de las murallas, otro, sobre una colina, en la recién fundada ciudad de Santo Domingo.
San Francisco, fundó una comunidad religiosa en Asís, Italia, en 1182. Era un joven de familia muy acomodada, hijo de prósperos comerciantes. La madre de familia noble de la Provenza, dio a luz a ese hijo predestinado, en suelo francés.
La revelación
Después de una primera juventud dedicada a los placeres mundanos, habiendo caído enfermo, tuvo una revelación y dejó su vida licenciosa para dedicarse a socorrer a los más pobres de los pobres.
La comunidad de hermanos mendicantes aprobada por el Papa, se extendió por toda Europa. Su desapego a las vanidades del mundo, humildad, caridad, amor al prójimo y a la naturaleza, lo convertirían en el santo más admirado y querido, una vez que fue elevado a los altares.
La rama femenina de la misma, las hermanas Clarisas, fundada por santa Clara, una noble mujer, amiga de Francisco; también se establecería en Santo Domingo.
Jorge Mario Bergolio, el Papa actual, adoptó el nombre del santo de Asís, como símbolo del retorno de la iglesia Católica a los principios de humildad, pobreza y caridad que pregonó Francisco, siguiendo los lineamientos de Jesucristo.
Se aprecian, en estado de ruinas, las magníficas estructuras que funcionaron a partir de 1508 en Santo Domingo.
Las obras de construcción, incluyeron el claustro, el convento y la iglesia. Esta última, al erigirse un nuevo templo, mucho más amplio, a finales del siglo XVI, pasó a ser ocupada por la orden tercera de los franciscanos.
Última morada
En la cripta, a la entrada de la primitiva iglesia, fueron enterrados los restos mortales del descubridor y conquistador Alonso de Ojeda, llamado “El caballero de la Virgen” porque llevaba siempre la imagen de Nuestra Señora, bordada sobre la capa que cubría su armadura.
El recio soldado pidió ser enterrado en ese lugar, para que los fieles que entraran en el templo pisaran sobre su cadáver, como acto de expiación por sus innumerables pecados.
Por lo tanto, los restos robados en 1963 y llevados a Venezuela, no fueron los del notable personaje de la conquista; ese cadáver fue sustraído de una tumba situada a la entrada de la iglesia posterior.
Los restos del gran conquistador y descubridor, permanecen, por lo tanto, bajo el piso de la primitiva iglesia, lo que demuestra que los ladrones resultaron burlados.
Lo que permanece del convento y su claustro, es apenas una fracción. Las fundaciones y restos arqueológicos se pueden apreciar en el área circundante.
Los estilos
La fachada del convento responde al estilo “Manuelino”, expresión del plateresco en Portugal, los detalles ornamentales, especialmente el cordón de San Francisco, fueron tomados del repertorio marino que caracteriza a ese estilo.
Este portal corresponde al siglo XVl. En ángulo con el mismo, se conserva aún, parte de la fachada sur del gran templo, fue empezado a edificar por Liendo, a mediados de ese siglo.
Su construcción se extendió por otro siglo. El portal de acceso al interior de la nave, de espíritu clásico, inspirado en el arco de triunfo romano, corresponde al siglo XVll avanzado.
Las columnas pareadas y sobre elevadas en podio, anuncian ya, el nuevo espíritu del barroco.
El material de construcción empleado se inició con la piedra de sillería, pasando posteriormente a la mampostería de piedra y el ladrillo que se utilizó, en las últimas construcciones del conjunto monumental.
Se observa sucesivamente, el mas puro portal de estilo gótico, en el acceso norte de la hoy capilla de la tercera orden, el gótico ornamentado isabelino, en las bóvedas de esa antigua iglesia; la introducción del renacentista plateresco, en las bóvedas acasetonadas del templo mayor y la arquería de medio punto, hoy recordada en hierro, que limitaba el claustro del convento, además de la fachada del mismo, junto al gran portal de la iglesia que, ya anuncia el barroco clásico de la arquitectura colonial dominicana.
El gran tamaño del convento, da una idea del número de frailes que habitaron en la isla, sumado el convento de La Vega.
Las magníficas ruinas, son un testimonio de la grandeza de Santo Domingo, en el periodo en que fue capital del Nuevo Mundo.
Desafortunadas ideas
Es importante destacar en este punto, que existen desafortunadas ideas y proyectos de nuevos restauradores, para reconstruir antojadizamente las sagradas y veneradas ruinas, las que contienen soluciones auténticas e históricas que constituyen un legado histórico y arquitectónico de todas las épocas de construcción de este monumento religioso, el primero edificado en el continente recién descubierto.
Desastres naturales
— Múltiples daños
El pirata Drake saqueó el monasterio. Huracanes y terremotos dañó la construcción. En el siglo XlX, la cubierta de la iglesia fue cortada y colocado un andamiaje con un cañón.
El cañonazo provocó el desplome y dañó la estructura. El convento sirvió como hospital psiquiátrico.
*Por MARÍA CRISTINA DE CARÍAS, CÉSAR IVÁN FERIS IGLESIAS, CÉSAR LANGA FERREIRA