Este pasado domingo vimos el Desfile Nacional de Carnaval. Como siempre contó con muestras del carnaval dominicano y la participación de todas las provincias y el Gran Santo Domingo. Allí todos queríamos conocer lo que los corazones sienten en relación con la situación actual y las tradiciones, todo maquillado en carcajadas y en un ambiente jocoso y divertido.

El Malecón fue el mismo espacio fantástico de siempre donde se combinaron el ingenio, la creatividad, la fantasía y la gracia para llevar el más espectacular disfraz y la historia reciente y lejana. Allí nos reímos de la crisis, la corrupción y las buenas y malas noticias y se dieron cita manifestaciones mágico-religiosas, históricas, antropológicas, de crítica social de género que tuvieron como telón de fondo la música folklórica y bailes que mostraron el orgullo, la alegría, el jolgorio y la histeria carnavalesca para alegrar el espíritu.

Fueron notorias creencias y tradiciones ligadas a la relación con la naturaleza: máscaras, figuras animales, vegetales y objetos manuales. Allí aparecieron referencias a épocas pasadas, manifestaciones satíricas y farsas ligadas a acontecimientos que han causado pesar a la humanidad y que aún están en el colectivo social.

Con comparsas como El imperio Romano, Los demonios del Jefe, Los Esclavos, Fantasías de un comendador, Dinastía Oriental, Los Nazis, La Rebelión del Vaticano, Los Buitres del Imperio y el Ku Klux Klan se ridiculizaron las violaciones a los derechos humanos.
En República Dominicana toda persona tiene derecho a participar y actuar con libertad y sin censura en la vida cultural de la Nación (art. 64 de la Constitución) y el Estado debe garantizar la libertad de expresión y creación cultural, el acceso a la cultura en igualdad de oportunidades y promover la diversidad cultural.

Impedir esas manifestaciones culturales constituirían actos arbitrarios y omisiones que conllevarían sanciones para los funcionarios que lo hicieren, por violación a los derechos fundamentales.

La comparsa 51 denominada “Los Ku Klux Klan” es una representación burlona de un grupo radical racista de los Estados Unidos de América, que se dedicaba a la quema de negros por creerles inferiores y es una expresión de protesta a ese grupo extremista y discriminatorio de la sociedad norteamericana.

Quien desentona en el carnaval es el que no se disfraza y no se burla de nadie, porque el carnaval es eso: la fiesta de la sátira y el humor, con su picante.