En la década de los años sesenta, una psicóloga e investigadora, Diana Baumrind, describió cuatro estilos principales de padres. El tipo que sea afectará a los hijos en el presente y futuro y también se afectarán los padres.

El padre permisivo. Es cálido y amoroso. Requiere pocas cosas de sus hijos y tiene expectativas muy bajas del cumplimiento de las reglas. Trata de ser más amigo de los hijos que padre y no se involucra en la vida de los estos para evitar conflictos. Sus límites son difusos.

El padre apático. Es distante y se involucra poco en la vida de los hijos, parecido al permisivo, pero no por la misma causa, sino por apatía. Los hijos crecen sin apoyo amoroso y sin estructuras provistas de reglas y límites, lo que es muy dañino para ellos.

El padre autoritario. Este impone las reglas sin posibilidad de discusión. Este tipo de padre inhibe la independencia de los hijos, es contraproducente y padres e hijos entran en una dinámica de lucha de poder que daña la relación.

El padre con autoridad. Es el estilo más saludable. Los padres comunican abiertamente y negocian con sus hijos, alentando el pensamiento independiente, pero esperando el cumplimiento de las reglas.

El resultado es, hijos disciplinados, con buen desempeño, con autocontrol y menos conductas de alto riesgo.

Una mezcla de padre con autoridad, autoritario y permisivo es interesante, siempre que sea con mucha conciencia del momento en que se utiliza cada estilo.
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