Cuando las noticias nos recuerdan los fracasos de los sistemas de pensiones de reparto, aquellas en las cuales el Estado le retiene al trabajador una parte de sus ingresos a cambio de prometerle en un futuro una pensión, como el caso más reciente en el Brasil, recordamos cuán robusto es nuestro sistema actual, creado en base al ahorro individual.

Nuestro sistema incluye, además de los aspectos previsionales, la cobertura de salud de los afiliados.
A pesar de los enormes éxitos de nuestro sistema, denominado de capitalización individual, al cual cotizan más de millón y medio de dominicanos, el mismo aun cuenta con enormes oportunidades de mejora como lo son la eliminación de la elusión y evasión, incorporación de trabajadores informales e independientes, entre otros.

Así mismo, es perfeccionable en un sinnúmero de detalles que incrementarían la pensión esperada, como sería la elevación de la cotización, el tiempo de aporte y muchos otros elementos adicionales.

No por ello debemos de reconocer la buena marcha de nuestro sistema, donde parece que las controversias más agudas surgen en los aspectos de las coberturas de salud, comenzando por el reclamo de universalización, lo cual en su aspecto social de los más necesitados, pero improductivos, requiere de un apoyo económico estatal para otorgar dicha cobertura.

En reciente visita al país del exministro de Hacienda de Chile, Felipe Larrain, este sintetizó las conveniencias de fortalecer y preservar el sistema dominicano.

Consciente de que el mismo puede ser sujeto a muchas mejoras, pero sin distorsionar sus fundamentos, el prestigioso exfuncionario fue más lejos al recomendar que en el país se instaure un seguro de desempleo en vez del actual esquema de indemnización por despido que ha prevalecido en el país por décadas.

Como ven, tenemos un gran sistema de seguridad social, incipiente, fortalecido y con grandes oportunidades de mejora.