Sin importar cuánto nos agachemos, las quejas haitianas nunca cesan; pero curiosamente prefieren venir aquí que quedarse allá. En enero pasado comenté que muchas realidades eran distorsionadas por las discusiones de esos días sobre la inmigración haitiana, el registro civil y la nacionalidad dominicana.

¿Ha cambiado de alguna manera –para bien o mal- cómo viven y trabajan los haitianos aquí, estén legal o irregularmente? Aquí tratamos relativamente mejor a los haitianos que como hacen con los dominicanos allá donde vamos.

Por ejemplo, nuestros compatriotas en Estados Unidos están entre los peor pagados y más discriminados pero son quienes remesan a su país la mayor proporción de su magro ingreso, casi una quinta parte o 19%, según el Diálogo Inter-Americano. Defendernos de tantas infamias nos hace olvidar cómo abogar por los emigrantes nuestros, huérfanos de un “lobby” como el de Haití…