Mi esposa me dice algunas veces ¡tú eres un hombre feliz!, porque tú nunca proyectas un temor por los problemas de la vida.

Y reflexionando en esta frase he pensado, no es que yo no me preocupe o tenga temor, sino que en mi relación con Dios he aprendido a estar confiado en su promesa para mi vida. Tener fe en su palabra y su amor es no tener temor a la vida.

Ahora, ¿cuáles son tus miedos? Tanto el hombre como la mujer de hoy tienen muchos temores que los llevan a preocuparse de cosas como que no hay suficiente dinero, cómo llevar una vida digna.

¿Voy a perder mi trabajo? Y te dice: mi trabajo es lo más importante para mí, te da miedo perderlo. Miedo a envejecer, cuando encuentras una cana en tu cabeza llega una depresión que quieres morir. Temor a perder tu salud, viene a tu mente, ¿tendré cáncer?; temor a no se un buen padre, temor a no ser un buen esposo o esposa, temor al futuro, ¿qué va a pasar con mis hijos?

Para esos temores hay una palabra en el Salmo 27, que es para ti, y dice: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos , para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron… yo estaré confiado”.

Que palabras más estimulantes y seguras las del Salmo 27, para que continué tu vida sin temor alguno.

Los problemas de la vida siempre quieren ponerte el lazo del temor para que pierdas tu confianza en Dios, pero Proverbio dice:

“El temor del hombre pondrá lazo; más el que confía en Jehová será exaltado”. Pon tu confianza en Dios y te librará de todos tus temores.