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¿Y si la felicidad no estuviera donde siempre la hemos buscado?

Yovanny Medrano Por Yovanny Medrano
Imagen de Daniel Reche en Pixabay
📷 Imagen de Daniel Reche en Pixabay

¿Y si la felicidad no estuviera donde siempre la hemos buscado? Un diagnóstico desde los márgenes invisibles del alma.

Para prescribir el remedio correcto, no basta con saber los síntomas: es preciso mirar con profundidad. No a los ojos, sino a las raíces. Y cuando el objeto de estudio es la felicidad humana, se vuelve inevitable contemplarla desde los múltiples ángulos del pensamiento universal, como quien observa un diamante bajo luces cambiantes.

En el reino de la psicología, se ha definido la felicidad como un estado emocional positivo, duradero, íntimamente ligado al bienestar, la satisfacción con la vida y una percepción subjetiva de sentido. Pero, esta definición -casi clínica- apenas roza la superficie de un fenómeno que, en esencia, es misterioso.

La ciencia ha propuesto marcos interpretativos:

El enfoque hedónico -que busca el placer y esquiva el dolor- trata de encontrar en la luz efímera del goce una forma de permanencia.

El enfoque eudaimónico, más profundo, afirma que la dicha se halla al vivir en coherencia con valores, virtudes y propósito. Es la felicidad como fruto del alma en expansión.

Y la teoría del bienestar subjetivo, formulada por Ed Diener, ofrece una métrica emocional: emociones positivas frecuentes, negativas poco comunes, y alta satisfacción vital.

Pero al contrastar estas teorías con la realidad global, emerge una fractura imposible de ignorar.

En 2019, la Organización Mundial de la Salud, dirigida en salud mental por Dévora Kestel, advirtió que mil millones de personas -14% de los adolescentes incluidos- sufrían trastornos mentales.

La humanidad vive con al menos un problema de salud

Ese mismo año, The Lancet, bajo la dirección del investigador Theo Vos y el Instituto de Métricas de Salud de la Universidad de Washington, publicó un hallazgo estremecedor: el 95% de la humanidad vive con al menos un problema de salud, y muchos con varios.

¿Cómo puede prosperar la felicidad en un cuerpo desgastado o en una mente que suplica silencio?

Ya en 1930, Sigmund Freud, en ‘El malestar en la cultura’, anunciaba:

“El hombre no fue creado para la felicidad, sino para la desdicha.”

No como sentencia final, sino como advertencia de que el alma humana se halla en conflicto permanente entre sus deseos profundos y las exigencias de la civilización.

La grieta se ensancha cuando sumamos el peso de la carencia:

Según el Banco Mundial y el PNUD, un 8.9% de la población mundial vive en extrema pobreza, y un 44% en pobreza moderada.

Es decir, más de la mitad de la humanidad camina la vida sin acceso constante a bienestar, salud o seguridad económica.

Emociones positivas

¿Cómo hablar de emociones positivas a quien duerme con hambre o respira con dolor?

Así, el modelo psicológico de la felicidad, aunque útil, parece diseñado para una élite emocionalmente funcional.

Pero, esta no es una conclusión. Es una grieta, y en las grietas nace la luz.

Quizá la felicidad no sea un estado emocional, sino un tipo de sabiduría. Quizá no se alcanza, sino que se revela.

Y tal vez -solo tal vez- la verdadera receta esté escrita en otro idioma: el del alma, el del símbolo, el del silencio.

Sigue nuestra serie. Porque en las preguntas que nadie se atreve a hacer, comienzan los caminos que valen la pena recorrer.

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Yovanny Medrano

Ingeniero Agronomo, Teologo, Pastor, Consejero Familiar, Comunicador Conferencista, Escritor de los Libros: De Tal Palo Tal Astilla, y Aprendiendo a Ser Feliz

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