Vitalidad del turismo

Vitalidad del turismo

Vitalidad del turismo

Hace décadas que el turismo se definió como una industria sin chimenea. Esa frase, por sí sola, establece que se trata de un sistema productivo con una naturaleza muy singular, y que aporta capitales al país de manera muy distinta a como lo hacen otras empresas nacionales.

En ese sentido, el turismo no puede verse como una actividad desasociada de otras áreas de la economía y el sistema productivo dominicano.

En el sector interviene todo un entramado de empresas y empresarios, del transporte, de los combustibles, de la generación eléctrica, de bancos nacionales y extranjeros, de cadenas de hoteles y empleados y suplidores de alimentos y bebidas de esos hoteles, independientemente de la zona donde se encuentren enclavados.

Ante ese panorama asociado hay que reconsiderar nuevas estrategias.

Entre ellas enfocarse en un trabajo que no dependa, exclusivamente, en responder campañas de descrédito. Ese pasado reciente y oscuro hay que cortarlo, pero tomando en cuenta una reorientación del esquema de venta del país como destino turístico.

No hay una fórmula mágica para el fomento del turismo. Pero sí mucho riesgo en el proceso si no se toman decisiones correctas.

El capítulo vivido invita a la reflexión profunda. Afortunadamente no hay indicios que atenten contra las inversiones en el sector.

Ningún empresario se ha visto tentado a trasladarse a otros países. De manera que en el país tenemos una correcta política de fomento para el turismo.

Eso, más temprano que tarde, ayudará al sostenimiento y aumento de las ventas hoteleras y se traducirá en un nuevo dinamismo de la economía del sector, fruto de la captación de divisas fuertes y limpias.



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