Una discusión compleja //

Una discusión compleja

Una discusión compleja

En la medida que se ha ido esclareciendo los nombres de los candidatos a diputados que lograron un escaño en la Cámara Baja a partir del 16 de agosto próximo resulta inevitable reflexionar sobre el método establecido para su elección.

El punto de partida es la sumatoria de todas las propuestas de un partido político en una misma demarcación electoral.

Hasta ahí todo se ve bien, porque se reconoce la representatividad de una organización en función de los votos obtenidos.

Al no existir listas cerradas como en el pasado, luego de determinada la cantidad de plazas correspondiente a un partido, el orden de los ganadores se determina en función del voto preferencial de cada candidato. Con ese sistema se elimina la discrecionalidad de la cúpula partidaria en determinar quién tiene las primeras posibilidades de salir electo.

La cantidad de plazas que le corresponde se determina mediante el método D’hondt, que cuando hay listas cerradas parece ser el más justo para la distribución.

Sin embargo, con el sistema de voto preferencial se dan casos de que un candidato en particular pudiera incluso ser el más votado de manera individual en una demarcación y quedar fuera del Congreso porque su partido no obtuvo la sumatoria para obtener una plaza.

En ese caso, el preferido en particular por más electores pudiera quedar fuera.
Desde que tenemos el actual sistema hemos visto, por ejemplo, un candidato obteniendo 10 mil votos y no resultar electo, mientras que uno con 2,000 gana la curul porque la sumatoria de su partido es mayor la del primero.

Dicho de otra manera, un diputado muy votado puede arrastrar a otro poco favorecido por el electorado en detrimento de otro que alcanzó una mayor votación.

La discusión es compleja, porque cualquier método escogido tendrá ventajas y desventajas, pero se hace necesaria una discusión abierta sobre el tema porque en cada elecciones queda el amargo sabor de que candidatos bien valorados por el elector no alcanzan a ocupar un escaño en la Cámara de Diputados.