Un país acogedor

Un país acogedor

Un país acogedor

Cada día suele ser portador de su propio afán o su carga particular, especialmente en el oficio de la prensa, que por su búsqueda permanente encuentra en ocasiones donde otros ni siquiera sospechan.

La sorpresa esta vez la ha dado la vacuna contra la fiebre amarilla, que según registros estadísticos del Ministerio de Salud Pública, con unas tres mil dosis es suficiente para cubrir la demanda de este fármaco cada año en el país, en vista de que la afluencia diaria de personas demandando la vacuna era de hasta diez dosis en días excepcionales, pero desde hace unos tres meses podían tenerse picos de hasta 200 personas.

¿Por qué? Por la presencia de extranjeros, particularmente haitianos y venezolanos, en busca de la vacuna.
La indagatoria de los periodistas, que no habían tenido noticias de emergencia sanitaria alguna —en ninguno de los países— por causa de la fiebre amarilla, los enteró de que buscan la vacuna para moverse por algunos lugares del Continente en los que corren el riesgo de enfermar o de no ser admitidos.

Muchos salen de Haití mediante procedimientos variados en busca de una vida mejor, igual sucede con venezolanos, por razones distintas, y ambos se unen en el Centro Sanitario de Santo Domingo, donde son inoculados.

La fiebre amarilla jugó a finales del siglo xviii un papel estelar en la definición de la independencia de Haití. Su presencia en la isla tiene mucho que ver con la masiva importación de africanos en la era colonial y la extendida inmunidad ante los efectos de la picada del mosquito que la transmite, jugó a su favor.

Ahora tienen que vacunarse para evitar una de tantas molestias como las que deben enfrentar cuando abandonan su país.
En este punto Santo Domingo les da una solución gratuita. Somos, en realidad, un país acogedor para los extranjeros.



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