Sociedad civil y vida política

Sociedad civil y vida política

Sociedad civil y vida política

Quienes actuamos con cierta intensidad, y al mismo tiempo, tanto en la vida política como en la sociedad civil dominicana, estamos asistiendo a una situación compleja que no deja de producir perplejidades.

Por una parte, la coyuntura electoral, para los que hemos asumido públicamente una opción o compromiso, define marcos de actuación en las estructuras, los movimientos y los tiempos del quehacer político estructurado con cierta verticalidad en una cultura política en la que predominan los partidos.

Mientras tanto, poco a poco, gradualmente y desde hace más de una década el germen de una activa ciudadanía democrática ha comenzado a prender entre la gente de mi generación y los más jóvenes, propiciando la creación de redes de actuación pública que comienzan a confrontar de forma cada vez más decidida a un sistema político que no ha estado respondiendo a apelaciones ciudadanas, sino construyendo y reconstruyendo su hegemonía sobre la base de prácticas como el clientelismo y adhesiones basadas en intereses particulares y no transparentes.

Se podría afirmar que los que viven como yo la política y la actuación en la sociedad civil en cierta forma estamos escindidos. Pero no. Me consta que los que estamos ante este aparente dilema somos muchos. Y del diálogo en búsqueda de respuestas y la reflexión hemos comenzado a ver que en realidad no estamos divididos entre un ser de la sociedad civil y otro que actúa en la sociedad política, sino que son roles, a veces simultáneos y a veces sucesivos.

Creo que podemos vivir en ambas esferas de la cotidianidad de nuestra sociedad sin que nos fracturemos: la clave está en una ética, en unos valores que dan sentido al actuar en uno y otro ámbito.

Nuestras redes de seguridad en este caso son redes morales. Se trata de valores.



El Día

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