No sé por qué todavía nos cuesta tanto reconocer que necesitamos ayuda para manejar bien nuestras emociones y sobre todo nuestra salud mental

Mucho se está hablando de esto últimamente, pero creo que al final se hace de una manera superficial o que encasilla a quien lo sufre.

Lo más difícil y el primer paso es ser capaz de reconocer que uno necesita ayuda. Nos enseñan a querer ser tan fuertes que cualquier símbolo de debilidad debe manejarse en silencio. Sin contar que hay quien piensa que cosas como la depresión no tienen sentido cuando quien la padece tiene la vida resuelta. Y nos quedamos tan tranquilos pensando eso.

Estos años encerrados están pasando factura y mucho. Hace poco leía sobre un síndrome de estar presente físicamente, pero no mentalmente, porque eres incapaz de concentrarte en lo que estás haciendo y la mente se te va. Lo estoy viendo y mucho.

Creo firmemente en buscar ayuda cuando la necesitas. En hacerte acompañar de quienes pueden encaminarte para que entiendas lo que estás viviendo y mostrarte una vía de mejora. Reconocer que no estás bien, está bien, como dice una campaña que he visto en redes sociales.

No pasa absolutamente nada, es como cuando te duele la cabeza y te tomas algo para mejorar.

Pues en este caso es buscar la forma de combatir y sobre todo entender aquello que te afecta mentalmente y no te deja estar bien.

Callar, arrastrar ese sentimiento, no buscar vías de solución es una bomba de tiempo que en algún momento estallará.

Creo que todos debemos poner en nuestra agenda de salud cuidar nuestra mente, para que corazón, cuerpo y alma estén también en armonía.

Y hablarlo, externarlo sin miedo a ser juzgado o etiquetado, porque quien te juzgue no te aporta, te resta. Tú eres lo más importante.