Vivimos tiempos diferentes y en los últimos meses nos ha tocado vivir situaciones complejas debido a la pandemia de la Covid-19. Cerramos nuestras fronteras y se paralizó la vida productiva obligándonos a quedarnos en casa.

Muchos han sido suspendidos y otros tantos despedidos. Unas elecciones y toma de posesión atípicas, así como una crisis sanitaria preexistente que ha sido agudizada por esta enfermedad que ha arrodillado al mundo.

Esto, grosso modo, es el panorama que vivimos los dominicanos que llevan en sus hombros una gran carga de negatividad, pesimismo e incertidumbre. Decir lo contrario sería mentir, pues no podemos tapar el sol con un dedo.

A todo esto se suma la inconsciencia e ignorancia de una gran parte de la población que parece no entender la magnitud de la situación. Si lo pensamos bien, el túnel está bastante oscuro y largo.

Desdel pasado 7 de julio, la gran mayoría de los dominicanos ha puesto sus esperanzas en “el cambio” que prometió el entonces candidato presidencial Luis Abinader, ya juramentado Presidente Constitucional de la República.

Hoy es una realidad el cambio de partido en la casa de Gobierno que está dando señales bien claras de querer hacer las cosas bien, pero las nuevas autoridades no pueden enfrentar esta crisis solos.

No basta con las buenas intenciones y acciones del actual Gobierno si, como pueblo, no cumplimos con nuestros deberes.

Cada uno de nosotros debemos y tenemos que ser luz en la oscuridad. Cumplir con nuestra parte como ciudadanos.

Entender que no somos “chivos sin ley” y que solo juntos y unidos lograremos superar la situación que hoy vivimos y cada obstáculo que se nos presente en el camino.
Solo poniendo de nuestra parte, encontraremos la luz al final del túnel.