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Reinventar el CDP: Entre la bancarrota gremial y la necesidad de una nueva esperanza

Julio Disla
📷 Julio Disla

Por Julio Disla

El gremialismo en el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) atraviesa una prolongada bancarrota institucional, ética y política. No se trata de una crisis pasajera, sino de un colapso estructural que arrastra décadas de deformaciones y que amenaza con sepultar, definitivamente, la posibilidad de que el CDP vuelva a ser una herramienta digna al servicio del ejercicio periodístico y de quienes lo ejercen.

Ya en los años noventa, un grupo de periodistas críticos levantamos la candidatura de Osvaldo Santana bajo una consigna que hoy cobra plena vigencia: “Elevar la autoestima de los comunicadores”.

Aquella apuesta significaba más que una elección: representaba una confrontación entre dos concepciones del gremio. Por un lado, el periodismo digno, autónomo y propositivo; por el otro, el gremialismo clientelar y utilitario, ese que ha degenerado en lo que se ha llamado con justa razón un gremialismo de ventorrillo, cuyo rostro más visible en ese momento era José Bujosa Mieses.

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Desde entonces, el CDP no ha podido salir de ese marasmo. Las prácticas burocráticas, el uso del gremio como trampolín para obtener pensiones, cargos o prebendas, y la desconexión total con las bases del periodismo dominicano, han convertido al Colegio en una entidad casi fantasmagórica. El interés colectivo ha sido reemplazado por agendas personales, y los principios fundacionales han sido desfigurados hasta perder todo contenido social.

Hoy, una nueva división sacude al Movimiento Marcelino Vega, reflejo fiel del desgaste de sus estructuras internas. Por un lado, están quienes apuestan a conservar privilegios mediante prácticas de exclusión, elitismo y simulación.

Por otro, emergen voces que claman por la reinvención del CDP, no como una consigna hueca, sino como una necesidad histórica urgente: hay que recuperar el Colegio como un espacio de defensa de los derechos de los periodistas, de dignificación del trabajo comunicacional y de formación crítica frente al poder.

En ese contexto, la candidatura de José Beato adquiere un valor simbólico y estratégico. No porque esté exenta de contradicciones, ni porque él represente una ruptura radical con las lógicas clientelares Beato arrastra también los vicios del caudillismo gremial y una tendencia a perpetuarse en las instituciones, sino porque su vinculación con el ejercicio cotidiano del periodismo y su conocimiento de las necesidades reales del gremio, lo sitúan como una opción que puede abrir las puertas a una nueva etapa.

Beato representa, al menos, una plataforma desde la cual construir un proyecto alternativo, enraizado en la base, comprometido con la defensa laboral, con la formación continua y con el rescate de la dignidad profesional. Pero para que eso ocurra, debe haber una presión organizada de los sectores que apuestan al cambio, de las y los periodistas que no quieren seguir viendo su colegio convertido en ruinas.

No se trata de elegir a Beato como un mesías. Se trata de usar esta coyuntura para plantear una refundación. De retomar aquella consigna que nos convocó décadas atrás: elevar la autoestima del periodista dominicano. Y eso sólo será posible con un nuevo CDP: más transparente, más inclusivo, más combativo, más ético.

Es tiempo de reconstruir sobre las ruinas. Y para eso, no basta con votar: hay que organizarse, debatir, movilizarse y creer de nuevo.

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