Raquel Peña resalta papel de mujer en proceso de crecimiento

Vicepresidenta Raquel Peña resalta papel de mujer dominicana en proceso de crecimiento y desarrollo de RD

Vicepresidenta Raquel Peña resalta papel de mujer dominicana en proceso de crecimiento y desarrollo de RD

Raquel Peña

Santo Domingo.- La vicepresidenta de la República Dominicana, Raquel Peña, destacó la participación, influencia e importancia de cientos de miles de dominicanas para el desarrollo y crecimiento de la economía nacional, en su ponencia: “Crecimiento sostenible de la República Dominicana: aportes y liderazgo de la mujer”, a propósito de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer este 8 de marzo.

Al participar como oradora invitada en el almuerzo-conferencia mensual de AMCHAMDR, Peña expuso sobre el proceso de transformación y desarrollo que ha exhibido el país en los últimos años, con el apoyo especial de las mujeres en todos los aspectos de la economía y el interés del gobierno en aumentar las oportunidades de crecimiento de las dominicanas.

La vicepresidenta de la República, abogó además para que «evitar que la crisis haitiana nos divida».

Dijo que «si nos dividimos, podríamos abrir las puertas al surgimiento de ofertas políticas extremas, de derecha o izquierda, que podrían atentar contra la paz social, el activo más valioso que hemos acumulado durante las últimas seis décadas».

A continuación el texto íntegro del discurso:
Almuerzo Cámara Americana de Comercio (AMCHAMDR) Palabras señora Raquel Peña, Excelentísima vicepresidenta de la República Dominicana
Miércoles, 8 de marzo | 12:00 p.m. | Santo Domingo

Crecimiento sostenible de la República Dominicana: aportes y liderazgo de la mujer

Señor Roberto Herrera, presidente del Consejo de Directores de la Cámara Americana de Comercio.

Señor Luis Henry Molina, presidente de la Suprema Corte de Justicia.

Señor Joel Santos Echavarría, ministro de la Presidencia, y en usted, un saludo a los demás ministros que nos acompañan en este magno acto.

Señor Héctor Valdez Albizu, gobernador del Banco Central.

Distinguidos Miembros del Consejo de Directores de AMCHAMRD.

Amigos que nos honran en la mesa de honor.

Funcionarios, empresarios e invitados especiales aquí presentes.

Amigos de la prensa. Señoras y señores.

Muchas gracias a todos los asistentes y gracias también a la Cámara Americana de Comercio de la República Dominicana por organizar encuentros como este.

Actos así nos permiten poner en valor nuestras relaciones y, sobre todo, potenciar los lazos que nos unen y el espíritu de cooperación que siempre hemos tenido.

Agradezco la invitación que me han extendido para presentar ante ustedes, y ante la nación, la visión de una mujer sobre el proceso de transformación, crecimiento y desarrollo que ha exhibido la economía dominicana en las últimas décadas.

En la medida de lo posible, trataré de validar la hipótesis de que nada de lo que ha ocurrido, hubiese tenido lugar, en ausencia del aporte y el liderazgo de una gran constelación de valiosas mujeres dominicanas, hoy, día propicio para celebrarlas.

Quiero que me permitan, antes de comenzar, decirles que quien se dirigirá a ustedes tratará de hacerlo como observadora imparcial que, durante años, ha podido asistir al desfile de cambios favorables de nuestra nación desde distintos ámbitos.

Permítanme transmitir lo que he contemplado libre de todo tipo de ataduras y límites que generalmente se imponen cuando uno está desempeñando una función pública.

Esto me permitirá a la vez, narrarles lo que he vivido durante mis años de trayectoria profesional y personal, pero sobre todo como mujer, sin tener que someter mis señalamientos a la prueba ácida de lo políticamente correcto.

El camino que conduce al fracaso de los gobiernos está construido con frases políticamente populares. De ahí tantos discursos que suenan metafóricos y complacientes sin una visión sincera de desarrollo a futuro del país.

No podemos hablar de crecimiento o futuro promisorio, sin hablar de continuidad de Estado, aspecto del cual el presidente Luis Abinader ha dado cátedras de institucionalidad, liderazgo y ejecución.

Por esto, me internaré en el pasado unos minutos, no para repasar los errores que como nación, hayamos cometido, sino para abrazarme con los aciertos.

Admiración. Eso es lo que sienten los gobernantes de nuestra región, los inversionistas extranjeros, los organismos internacionales de financiamiento y los bancos de inversión, cuando dirigen la mirada hacia República Dominicana.

No miento cuando afirmo que la admiración que producimos fuera, supera con creces la que sentimos a nivel interno. Incluso puedo afirmarles, que desde las montañas más altas, con la presencia de líderes políticos y los principales empresarios a nivel mundial pude percatarme, este pasado mes de enero en el Foro Económico Mundial celebrado en Davos, de cómo nos admiran pero sobre todo de cómo valoran nuestro potencial.

Señoras y señores,

En 1962, hace 60 años, ocupábamos en la región la posición 14 en el ranking del Producto Interno Bruto en dólares por habitante.

Hoy ocupamos el séptimo lugar.

Con 10,700 dólares por habitante en el 2022, hemos superado a Brasil, Colombia, Perú y Ecuador.

Sólo Uruguay, Panamá, Chile, Argentina, Costa Rica y México, siguen delante de nosotros.

Nuestra pequeña economía se las arreglaba en ese entonces con una oferta monetaria ampliada equivalente a 138 millones de dólares.

En 1962, teníamos 6 bancos comerciales.

Banreservas, Banco de Crédito y Ahorros, Royal Bank of Canada, Bank of Nova Scotia, Chase Manhattan Bank y el First National City Bank of New York.

En total, tenían 37 sucursales.

Ese año terminaron con una cartera de préstamos equivalente a 90 millones de dólares.

Seis décadas después, 15 bancos de servicios múltiples con 872 sucursales exhibieron una cartera de crédito equivalente a 25,200 millones de dólares, 280 veces mayor a la de 1962.

Ese salto espectacular, sin embargo, no es lo que revela el gran cambio estructural que hemos presenciado y que el

historiador Frank Moya Pons ha recogido con precisión y sabiduría.

NO.

Es la reorientación de esa expansión extraordinaria del crédito la que explica parte de ello.

Mientras en 1962, apenas el 55% del crédito de los bancos fue dirigido al sector privado, el año pasado el 98% de la cartera de préstamos de los bancos estaba colocada en el sector privado.

Ese cambio dramático estuvo liderado por Banreservas.

Mientras en 1962, apenas el 46% del crédito de Banreservas se destinó al sector privado, el año pasado la participación de ese sector ascendió a 92%.

La relocalización del crédito bancario explica, en parte, la exitosa transición de nuestra nación, desde una dictadura basada en un Estado poderoso en lo económico, a una

democracia fundamentada en el sector privado como motor del crecimiento.

La apertura al exterior ha sido otro detonante del gran cambio. Durante décadas, abrazamos el proteccionismo.
Mientras el sudeste asiático alistaba sus maletas para emigrar desde el modelo de sustitución de importaciones a la promoción de las exportaciones y a la apertura a la inversión extranjera, nosotros continuábamos con el aislamiento económico.

Las recaudaciones del Gobierno, así lo demostraban.

En 1962, los aranceles cobrados sobre las importaciones representaron casi el 40% de todos los ingresos del Gobierno.

Como consecuencia de la apertura que se inició a finales de 1990, los aranceles han delegado la intensa responsabilidad recaudatoria que tenían en el pasado, a figuras impositivas menos distorsionantes, como el Itbis.

El año pasado, los aranceles apenas aportaron el 5% de los ingresos del Gobierno.

Los efectos de la apertura están a la vista de todos. Nuestras industrias se hicieron más fuertes y eficientes.
Así han podido competir con los escaparates repletos de productos importados, ofertados por los hipermercados, supermercados y las grandes tiendas.

Definitivamente las empresas e industrias dominicanas se han hecho más competitivas.

Mientras en 1962, las exportaciones de bienes apenas alcanzaron 170 millones de dólares, el año pasado ascendieron a 13,769 millones, 81 veces más elevadas.

La apertura al exterior ha sido mayor en el caso de los servicios.

Hace 60 años, apenas recibimos 42,645 turistas.

La mayoría de ellos se hospedaron en las 950 habitaciones de los 18 hoteles que tenía el país, de las cuales, el 83% se encontraban aquí en Santo Domingo.

En 1962, quedamos por debajo de Puerto Rico, Bahamas, Bermuda, Jamaica, Trinidad & Tobago y Barbados, en llegada de turistas.

Mientras los dominicanos gastábamos casi 20 millones de dólares en los viajes al exterior que realizábamos en 1962, los ingresos que recibimos de los turistas que nos visitaron ese año, apenas nos reportaron ingresos por 5.9 millones de dólares.

El cambio que se ha producido durante los últimos 60 años ha sido dramático.

El año pasado, recibimos 7.2 millones de turistas y 1.3 millones de cruceristas.

168 veces más que en 1962.

Le pasamos a todos los países que, 60 años atrás, lideraban el turismo en el Caribe.

Los acomodamos no sólo en las 89,000 habitaciones de los cerca de 900 hoteles que tiene el país actualemente, sino también, en decenas de miles habitaciones disponibles bajo la plataforma Airbnb y otras.

Y recibimos ingresos por 8,407 millones de dólares.

Lo sucedido con el turismo, definitivamente no es un milagro.

Lo que ha ocurrido, en realidad, es que el mundo descubrió que en la geografía donde todo comenzó, confluyen las playas más espectaculares con la gente más cálida de la región. Y en ella han habitado y habitan mujeres comprometidas, guerreras, luchadoras y visionarias, que tenemos la dicha de llamarnos dominicanas.

Señoras y señores,

En 1962 no teníamos empresas de zonas francas.

Hoy tenemos 784 y son responsables de casi las dos terceras partes de nuestras exportaciones. Al menos dos de las empresas productoras de cigarros más grandes del país están lideradas por mujeres.

Sólo en cigarros, exportamos más de mil millones de dólares el año pasado.

100 veces más que el total de nuestras exportaciones de tabaco y derivados en 1962.

Somos hoy, el principal exportador de cigarros del mundo.

La creciente y más balanceada diversificación sectorial de la producción de bienes y servicios, ha hecho de la indiscutible resiliencia de nuestra economía frente a los choques externos e internos, uno de los principales atractivos que ofrecemos a los inversionistas nacionales y extranjeros.

Es por eso que, en el 2022, a pesar del choque externo representado por una factura petrolera y carbonera de 6,615 millones de dólares, muy por encima de los 4,000 millones del

2021 y de los 9 millones de 1962, nos mantuvimos como uno de los países de mayor crecimiento en la región.

60 años atrás, los influjos de inversión extranjera directa no llegaban a los 30 millones de dólares.

El año pasado alcanzaron 3,958 millones de dólares.

En 1962, las Reservas Internacionales Netas del Banco Central eran negativas en 12 millones de dólares.

En el 2022, terminaron con un saldo positivo de 14,441 millones de dólares.

Hace 60 años, apenas generamos 439 gigavatios por hora de electricidad.

El año pasado generamos 20,135 gigavatios por hora de electricidad, cuarenta y seis veces más.

Mientras el parque de generación de electricidad en 1962 era de 140 megavatios, el año pasado terminó en 5,705 megavatios, trece veces más grande.

En el 2012, apenas el 0.7 % del total de la energía generada en nuestro país se originó de fuentes renovables no convencionales, excluyendo la hidráulica.

El año pasado, aportaron el 10.4% del total de la energía generada.

En 1962, el país produjo 243 mil toneladas métricas de cemento.

El año pasado produjimos 6.7 millones de toneladas, 28 veces más.

Hace 60 años, la red vial del país tenía una longitud de 5,052 kilómetros.

A final del 2022, superaba los 20,000.

En 1962, teníamos 27 mil vehículos de motor. Hoy tenemos 5.5 millones.

Seis décadas atrás, contábamos con 24,822 líneas telefónicas. El año pasado terminamos con 10 millones 890 mil.

En lo social, aunque queda mucho camino por recorrer, también hemos avanzado.

En 1962, la mortalidad infantil era 128 por cada 1,000 nacidos. Hoy es de 24.
En 1962, la cobertura de seguro de salud en el país era una de las más bajas de América Latina.

El año pasado, alcanzó al 98% de la población.

A principios de los 60, las prestaciones médicas pagadas por la Caja Dominicana de Seguros Sociales, ascendieron a 3.8 millones de dólares.

El año pasado, las prestaciones médicas pagadas por el Sistema Dominicano de Seguridad Social alcanzaron el equivalente de 1,100 millones de dólares.

Hace 60 años, la inversión del gobierno en educación equivalía a 13 millones de dólares.

El año pasado invertimos 318 veces más, y seguimos trabajando para que cada día esa gran inversión conduzca a mejoras sustanciales en la calidad de la educación en la República Dominicana, por estar conscientes de que recibir una educación de calidad supone un cambio de vida, tanto para el que tiene acceso a ella como para todo su entorno.

A principios de la década de los 60, apenas teníamos 3,000 estudiantes registrados en la única universidad que tenía la nación.

Hoy día, sobrepasan los 600,000 distribuidos en 32 universidades y 18 institutos especializados y técnicos de estudios superiores.

En 1962, la esperanza de vida de los dominicanos era de 51 años.

Hoy día, en promedio, vivimos 23 años más. Ahora bien.
¿Cómo hemos llegado aquí?

Hemos vivido un hilvanado de reformas estructurales y políticas económicas sensatas, que podríamos decir que iniciaron en el año 1963 con la propuesta de remover todas las restricciones al sistema de pagos y restablecer la libre convertibilidad del peso.

De hecho, el 15 de mayo de ese mismo año, se eliminó mediante un decreto el requerimiento de las licencias de importación.

Seis décadas después hemos evolucionado con altibajos de gobiernos, pero preservando nuestra democracia.

Más recientemente, en el 2020, la pandemia del COVID-19 pasó una factura muy elevada en todo el mundo, incluyendo a República Dominicana. Recordemos que en ese mismo año el presidente Luis Abinader asumió la Presidencia de la República con un propósito claro de ser un presidente reformador.

Planteó que creía firmemente en la libre iniciativa privada y que el sector privado debía ser el motor del crecimiento y la inversión, posición que hoy en día sustenta con hechos.

Prometió que abriría las puertas a la inversión extranjera. Su discurso resultó ser música para los oídos de una gran cantidad de inversionistas extranjeros altamente preocupados por el giro hacia la izquierda radical y al populismo macroeconómico, que hoy advertimos en la geografía del Cono Sur.

De manera aguerrida, incursionó en un mercado global de vacunas que se encontraba abrumado por la incertidumbre.

Asumió riesgos.

Para eso, precisamente para eso, es que los pueblos eligen a sus gobernantes.

Mientras algunos colegas estaban titubeando con la aplicación de la primera dosis, el presidente dominicano andaba detrás de casas comerciales para conseguir la vacuna.

Consciente de que la caída de la economía en el 2020 fue provocada en buena parte por el colapso del turismo, el presidente Abinader entendió, rápidamente, que la magnitud del rebote, el éxito de la recuperación y la magnificación del crecimiento iba a depender fundamentalmente de este sector.

Para recuperar el turismo se hizo todo lo humana y económicamente posible.

Y mucho más.

Y no se equivocó.

Por eso, hoy avanzamos con firmeza para recuperar el liderazgo del crecimiento económico de la región que la pandemia nos quitó.

Todo lo anterior, y muchas reformas estructurales y políticas públicas adicionales, que por razones de tiempo no hemos mencionado, explican porqué en el período de 60 años transcurridos entre 1962 y 2022, el PIB de la República Dominicana ha pasado de 876 millones de dólares en 1962 a 114,000 millones en el 2022.

A pesar de haber tenido que enfrentar:

el Golpe de Estado de 1963; la Revolución de abril de 1965;
el huracán David y la tormenta Federico en 1979;

la brutal escalada de la tasa de interés de la FED de Paul Volcker, que la llevó a 20% en 1980;

la Década Perdida de la América Latina de los 80; el efecto Tequila de México en 1994;

la crisis financiera del Asia en 1997;

la crisis del rublo ruso de agosto de 1998; el huracán George en septiembre de 1998; el efecto Caipirinha de Brasil en 1999;
el atentado terrorista del 11 de septiembre del 2001 que destruyó las Torres Gemelas;

la más grave crisis bancaria doméstica de su historia, la del 2003-2004, con un costo fiscal de 20% del PIB;

la Gran Recesión global del 2009 provocada por la quiebra de Lehman Brothers en el 2008;

la Mega Depresión del 2020 inducida por las políticas adoptadas por los gobiernos de todos los países del mundo para contener la propagación de la pandemia del COVID-19;

y los saltos en los precios de los “commodities” de la energía y de los alimentos, que se derivaron de la invasión rusa a Ucrania y las sanciones establecidas por Occidente;

aquí estamos, de pie, cada vez más fuertes y resilientes, con energías suficientes para continuar el camino hacia el desarrollo integral y sostenible de nuestra nación.

¿Qué hemos podido lograr juntos?

El más reciente informe del Banco Central, autoridad monetaria de nuestro país y que preside el gobernador Héctor Valdez Albizu, presenta los Resultados Preliminares de la Economía Dominicana de enero a diciembre de 2022, reconocimiento que “la expansión del PIB en el año 2022 es un reflejo de los fuertes fundamentos macroeconómicos de la República Dominicana, así como de su resiliencia para hacer frente a los choques externos”.

Además, nuestro país celebró un nuevo hito en su historia. Como informó recientemente, Jochi Vicente, nuestro ministro de Hacienda, la elevación de la calificación crediticia de BB- a

BB por parte de la agencia calificadora de riesgo Standard & Poor’s, lo cual nos posiciona más cerca del anhelado Grado de Inversión.

Hay varias formas de interpretar estas estadísticas: Como una serie de números fríos que nos brindan información para la toma de decisiones, o podemos verlo como el resultado del trabajo y el esfuerzo de millones de dominicanos, hombres y mujeres que contribuyen día por día con el impulso económico del país.

Y como hoy es el Día Internacional de la Mujer, queremos aprovechar para poner en una mesa especial la participación de las más de 5 millones de dominicanas para que la economía de nuestra República Dominicana pueda brillar y resplandecer.

La tasa de ocupación femenina, por ejemplo, se ubicó en un 47 % en el año 2022, cercana a su nivel previo a la pandemia. Esto refleja la reintegración de las mujeres al mercado laboral, luego que fueron de los grupos más afectados por la crisis sanitaria debido principalmente a su rol fundamental en el cuidado del hogar.

Por otro lado, un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo titulado “Mujeres líderes en el sector público de América latina y el Caribe; brechas y oportunidades”, publicado a finales del 2022, indica que “la presencia de mujeres en cargos de liderazgo ha permitido visibilizar experiencias invisibilizadas y, con ello, intereses, prioridades y perspectivas distintas a las de sus pares masculinos”.

Concuerdo con los investigadores responsables del estudio cuando afirman que “la participación de mujeres en puestos con capacidad decisoria sobre las políticas públicas impulsa objetivos adicionales de cobertura de servicios, así como su eficiencia y su eficacia”.

Es eso lo que hemos podido ver cuando brindamos la oportunidad a mujeres capaces y trabajadoras para asumir puestos de liderazgo, no solo en la administración pública, sino también en el sector privado.

El presidente Luis Abinader ha demostrado tener como centro de su gobierno el fomento a la participación de la mujer en la sociedad. Como primera medida, entregó en manos de las mujeres un puesto estratégico, como el de ser representantes

del Poder Ejecutivo en las provincias, al nombrar a 31 de ellas en las gobernaciones provinciales.

Tenemos frente a nuestros ojos, fieles ejemplos de mujeres de gran influencia en la administración pública que han dado muestra de lo que pueden lograr.

Asimismo, contamos con otras mujeres que están marcando la diferencia a nivel nacional, y siendo reconocidas por entidades y organizaciones de prestigio a nivel mundial.

Señoras y señores.

En el ámbito laboral la población femenina ocupada se concentra en un 35% en los puestos de mayor requerimiento académico, como son gerentes y administradores, profesionales e intelectuales, técnicos del nivel medio y empleados de oficina, en comparación con la población ocupada del género masculino que es de un 16%.

Las empresas lideradas por mujeres han representado una participación importante en el sector exportador de la República Dominicana, acumulando 3,209 agentes

económicos con registros de exportación desde inicios del año 2012 hasta agosto 2022.

Al cierre de 2021 se registró un valor superior a los 1,800 millones de dólares sólo de exportación de este grupo de empresarias.

La tercera edición del estudio “Mujeres en exportación” que publica Prodominicana, señala que hubo un crecimiento de
12.4 % en la cantidad de empresas exportadoras dirigidas por mujeres en el país, al pasar de 493 empresas en 2020 a 554 en 2021.

Hoy tenemos más mujeres que nunca liderando Cámaras de Comercio en el país. Cuando apenas en el 2010 todas las Cámaras eran presididas por hombres, hoy el 25% están siendo lideradas por mujeres de empuje, comprometidas y dinámicas.

El estudio “Participación y aportes de la mujer en la industria manufacturera local”, publicado por el Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes, establece que el sector manufacturero emplea a más de 32,000 mujeres.

El año pasado, las exportaciones realizadas por dichas empresas experimentaron un crecimiento de 240% respecto al año 2015 y los principales rubros que se exportaron fueron productos plásticos, muebles y otros.

En nuestras zonas francas, las cuales constituyen una de las actividades productivas de mayor aporte al empleo directo en el país, alcanzamos al cierre de 2022 más de 192,000 empleos directos, el nivel más alto registrado en los últimos 20 años. De estos, el 50% corresponde a puestos ocupados por mujeres.

Distinguidos amigos:

Cada vez son más las mujeres en puestos de liderazgo y decisión abriéndose paso en áreas de las ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM por sus siglas en inglés). Sin embargo, en este aspecto aún nos falta avanzar más.

Hace unos días, compartí en un evento, una experiencia personal que recordé de cuando era adolescente. Aunque me sentía muy cómoda en el colegio en que estudiaba, mi padre decidió cambiarme a otro centro educativo convencido de que

allí enseñaban con mayor calidad los temas de ciencias y matemáticas.

Yo no entendía el porqué de su decisión y varios años después, lo comprendo mejor y agradezco su visión de no limitarme el aprendizaje de esas materias por el hecho de ser niña.

Estoy completamente convencida de que el género no determina el éxito en carreras como estas que, por siglos, han estado prácticamente fuera del alcance femenino. Más bien, lo verdaderamente determinante en este aspecto es la educación.

Otro reto que tenemos es cerrar la brecha entre la cantidad de mujeres estudiantes y egresadas de las universidades en comparación con las que están ocupando posiciones importantes dentro del sector público y privado.

De la mano con la Liga Municipal Dominicana y la colaboración de doña Milagros Ortiz Bosch, quien a la vez está liderando un papel estelar dirigiendo con tesón y honestidad la Dirección General de Ética e Integridad Gubernamental, iniciaremos una

serie de talleres y de diplomados a nivel nacional, mediante los cuales buscamos desarrollar todo ese potencial que tiene la población femenina de alcanzar una participación plena en la vida laboral, en puestos de liderazgo en todos los sectores que se lo proponga.

Superar estas barreras definitivamente se traducirá en un mayor crecimiento económico y una mayor justicia social en beneficio de todos.

Damas y caballeros:

Nos encontramos en un periodo único en la historia del avance de la mujer en la sociedad. Permítanme enlazarlo con lo que, para mí, ha sido otro detonante de nuestro éxito como nación.

Y con esto me refiero a la paz social que hemos logrado desde 1966.

Esta paz social, está sembrada en la conciencia de los inversionistas nacionales y extranjeros.

Debido a esa paz social, los inversionistas tienen a la República Dominicana en el reducido y decreciente número de países en los cuales se puede creer.

Una República, que, hasta el momento, no ha abierto sus puertas a ideologías y poses políticas extremas.

Ni de izquierda, ni de derecha.

Coloco la paz social sobre la mesa, pues tenemos que lograr, entre todos, que continúe prevaleciendo.

La paz social es fundamental no sólo para el éxito de la presente administración. También lo será para la que desearán tener nuestros futuros gobernantes, sin importar el partido que los lleve al poder.

El problema de la permanente y cada vez más grave crisis haitiana y la amenaza que se cierne sobre nuestro territorio generada por una inmigración creciente y no regularizada, no debe provocar divisiones en la población.

Mucho menos, en la clase política, los sectores empresariales y sindicales, y las élites intelectuales.

Frente a flujos migratorios similares, hemos visto el surgimiento en la Unión Europea, de liderazgos extremistas que, poco a poco, han ido erosionando el atractivo que el centro debe tener en las grandes mayorías.

Sociedades cada vez más preocupadas por el futuro de sus naciones, penetradas por inmigrantes que huyen de crisis parecidas a las que hoy enfrenta Haití, pueden terminar secuestradas por liderazgos mesiánicos de la extrema derecha o izquierda.

Es por eso que no puede ser más oportuno el llamado hecho por el presidente Abinader, para que, entre todos, lleguemos a un acuerdo sensato sobre cómo enfrentar el choque externo que la crisis haitiana nos está transmitiendo.

Evitemos que la crisis haitiana nos divida.

Si nos dividimos, podríamos abrir las puertas al surgimiento de ofertas políticas extremas, de derecha o izquierda, que podrían atentar contra la paz social, el activo más valioso que hemos acumulado durante las últimas seis décadas.

Señoras y señores,

Hoy que conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, la Cámara Americana de Comercio nos ha pedido que aborde el papel desempeñado por la mujer dominicana en el proceso de crecimiento y desarrollo de nuestra nación.

Lo primero que debo decir, es que hoy no estaríamos aquí, si no fuese por Manuela Diez Jiménez, Olaya del Rosario Belén y Francisca Castillo Álvarez, las tres responsables de formar y educar con valores patrios, a Duarte, Sánchez y Mella, los fundadores de la patria.

Tampoco estaríamos aquí si Nicolasa du Perron, inmigrante de color procedente de las Antillas Menores, no hubiese dado a luz al líder de la Restauración de la República, el General Gregorio Luperón.

Mención especial merece Juana Saltitopa, la Coronela, quien en la Batalla del 30 de marzo de 1844, no sólo distribuía ánimo, sino también, pólvora para los artilleros, y agua para las tropas y para el enfriamiento de los cañones.

Ese orgullo que sentimos los dominicanos cuando vemos ondear nuestra bandera tricolor aquí y en el extranjero, lo debemos a Concepción Bona, María Trinidad Sánchez, Isabel Sosa y María de Jesús Pina.

¿Cómo medir el aporte al alma dominicana de las maestras, poetas, escritoras y pintoras Salomé Ureña, Trina de Moya, Aida Cartagena Portalatín, Julia Álvarez, Celeste Wos y Gil, Soledad Álvarez, Clara Ledesma y Ada Balcácer, entre otras?

¿Es posible cuantificar el orgullo que produjo en todos los dominicanos cuando María Montez fue designada la Reina del Tecnicolor?

Posiblemente viviríamos todavía bajo la dictadura que nos humilló durante 31 años, si Patria, Minerva y María Teresa

Mirabal no hubiesen abonado con su sangre, la tierra de donde emanó el ajusticiamiento del dictador.

Estaremos eternamente endeudados con Ángela Gaviño, Carmen Ricardo, Jimena Fernández, Dilia Blanco, María Josefa Domínguez, Yolanda Reyna, Amelia Sánchez y Rosa Sula Corona, por haber educado y formado a los últimos ocho presidentes de la República que, con sus aciertos y sus errores, han contribuido de manera determinante a mantener el régimen democrático en la República Dominicana.

Nuestros gobernantes se han beneficiado de tener en sus gabinetes a mujeres que, con su capacidad y liderazgo, han realizado aportes considerables a las políticas públicas ejecutadas por los gobiernos a los que sirvieron. En ellas tenemos a mujeres de Estado de las cuales seguimos aprendiendo continuamente.

Pero también debemos recordar, para que no se olvide, los aportes de nuestras Mujeres de Justicia.

Me refiero a Carmen Semiramis Olivo, Eglys Margarita Esmurdoc, Margarita Tavares, Enilda Reyes, Dulce Rodríguez,

Ana Rosa Bergés, Esther Agelán Casasnovas, Martha Olga García, Sarah Henríquez, Yeni Berenice, y, sobre todo, a la gran Miriam Germán.

En la lucha a favor de los derechos de los agricultores, en contra de la dictadura, de la injusticia social y por la reivindicación de nuestros trabajadores, no podemos dejar de mencionar el esfuerzo de Mamá Tingó, Piky Lora, Virtudes Álvarez y Nélsida Marmolejos.

En el ámbito empresarial, como el listado es interminable y muy valioso, quiero me permitan mencionar a Rosa, y en ella a todas esas mujeres valiosas, en su gran mayoría anónimas, que son parte importantísima del tren productivo nacional y que, sin saberlo, hoy constituyen un referente.

Viví de cerca la historia de Rosa, fui testigo del desarrollo de su pequeño colmado, mediante el cual, por 20 años, hizo crecer logrando educar a sus 7 hijos en Jacagua, Santiago.

Y no puedo dejar de mencionar el liderazgo y los aportes en el ámbito de la beneficencia social, en la salud, la educación y las artes de Mery de Marranzini, Amelia Vicini, Melba Grullón,

Xenia Álvarez, Mery Fernández, Olga de González, Pirigua Bonetti, entre muchas otras.

La mujer dominicana tiene hoy día el cuasi-monopolio de los programas de televisión dedicados a la investigación periodística para fomentar la transparencia y denunciar posibles actos de corrupción.

Tal es así que, sus nombres, Nuria, Alicia, Julissa y Addys, no necesitan de sus apellidos para saber a quienes nos referimos.

No existen fronteras que impidan a la mujer dominicana expresar con agudeza, profundidad y sabiduría, sus opiniones a la población en general.

Hace 60 años, las mujeres apenas representaban el 20% de la población universitaria del país.

Hoy somos mayoría, con el 67% del total de matriculados en nuestras universidades.

Pero el avance también trasciende los mares.

Hoy día, la presencia de las jóvenes dominicanas realizando estudios de maestría y doctorado en las mejores universidades europeas y estadounidenses es realmente destacable.

Es eso lo que ha permitido, que, de manera gradual y silenciosa, mujeres profesionales con una sólida formación académica, en base a los méritos acumulados, se hayan ido apoderando de importantes posiciones gubernamentales en la geografía de las políticas públicas.

Señoras y señores,

Mientras el mundo se enfrenta a grandes convulsiones, las nuevas dinámicas globales a nivel económico, social, tecnológico y geopolítico nos obligan a reinventarnos.

Las relaciones entre Estados Unidos y República Dominicana son especialmente estratégicas para nuestro país. Nuestro gobierno y quien les habla, hemos mostrado la voluntad y la disposición de fortalecerlas y potenciarlas.

Piensen ustedes en un país con un manejo de la crisis ejemplar a nivel mundial, con unos índices de crecimiento entre los más altos de la región, con posibilidades de inversión en sectores punteros de futuro, un país con seguridad jurídica, con instrumentos de cooperación e incentivos a la actividad económica, que genera empleo y que está dispuesto a ser líder y referente en crecimiento y desarrollo.

Un país que cuenta con tren productivo robusto, que se reinventa y capacita.

Que tiene a mujeres referentes como Salomé Ureña que fundó la primera escuela para niñas y es considerada como la «madre de la educación dominicana”, o como la Doctora Andrea Evangelina Rodríguez, primera dominicana doctora en Medicina que hizo importantes aportaciones a la medicina obstétrica y abogó por la creación del Día del Niño, o Idelisa Bonnelly que fue bióloga marina y está considerada como la “madre de la conservación marina en el Caribe”.

Estamos llamados a unir voluntades para remover los obstáculos que limitan el progreso económico, profesional y de

liderazgo de las mujeres, y a definir políticas públicas de calidad a través de las cuales continuemos apostando por el crecimiento económico y el desarrollo sostenible de la sociedad en su conjunto.

Para que las generaciones venideras puedan trazarse metas en línea con el desarrollo y el crecimiento, que nos impulse a construir la mejor versión de nuestra nación con las niñas y mujeres en su centro.

No pausemos el ritmo, como Gobierno, como sector privado, como sociedad, en la promoción de la capacidad de las mujeres para ocupar puestos de liderazgo, de asegurar trabajos decentes, de influir en las instituciones y en las políticas públicas que determinan el horizonte para un crecimiento y desarrollo sostenible.

Llevándonos así a ser testigos de una sociedad donde prevalezca el esfuerzo conjunto entre gobierno, sector privado, academia y sociedad civil para que el desarrollo económico y social se escriba desde la inclusión y la equidad.

Amigas y amigos,

No hay fórmula perfecta para trazar la ruta de un crecimiento exitoso al 100%.

Ustedes, como sector privado, reconocen cuáles son las áreas de desarrollo de inversión que necesitan y que son más atractivas. Acérquense, que nosotros estamos para facilitar y acelerar, dentro del marco jurídico, esas inversiones.

Bajo el liderazgo de nuestro presidente Luis Abinader, cada día más se aprecia la confianza en nuestro gobierno al poder ofrecer un clima favorable para inversiones seguras, confiables y rentables, lo que garantiza que sigamos apostando a la colaboración público privada en beneficio de todos.

Lo importante no es solamente lo que logremos en el tiempo que estamos gobernando, si no cómo estamos preparando el país para que siga creciendo y desarrollándose con cimientos de institucionalidad, transparencia y continuidad de Estado.

Hoy reitero nuestra muy firme convicción de que trabajar para lograr una sociedad donde prime la equidad y donde el bienestar sea para todos, es como aportamos a un mejor país y, sobre todo, es como construimos la fe en el sistema: trabajando para entregar a nuestra gente resultados positivos y evidentes, con pulcritud, honestidad y transparencia.

En los pocos más de 30 meses de la administración del presidente Abinader, aunque persisten grandes desafíos históricos y de desigualdad, la economía ha logrado una recuperación sorprendente y, como ya lo ha dicho nuestro presidente: si hemos logrado todo esto en tiempos adversos y retadores, imagínense lo que lograremos en los próximos años.

Aprovechemos juntos la ventana que ha abierto el presidente Luis Abinader y las oportunidades brindadas para convertirnos en el mejor país para invertir y para vivir.

Decía Winston Churchill que «muchos miran al empresario como el lobo que hay que abatir, otros lo miran como la vaca

que hay que ordeñar y muy pocos lo miran como el caballo que tira del carro». Pues bien, sigamos juntos tirando del carro.

Este país está escribiendo las mejores páginas de su historia con y para su gente y queremos que todos ustedes continuen acompañándonos.

Muchas gracias, que Dios les bendiga.



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