Por nada del mundo

Por nada del mundo

Por nada del mundo

José Mármol

El título del volumen con las cartas y la narración de la intensa relación personal e intelectual de una década entre Emil Cioran y Friedgard Thoma es “Por nada del mundo.

Un amor de Cioran”, (Hermida Editores, Madrid, 2019), traducido del alemán por José Rafael Hernández Arias.

El relato confesional es de Friedgard, nacida en Colonia, en 1946, graduada de Filología Germánica y luego de Filosofía, para especializarse más tarde en el estudio de Franz Kafka y Heinrich von Kleist.

Tenía 35 años de edad cuando decidió, luego de leer en 1979 el libro de Cioran “Breviario de podredumbre”, que se había publicado en francés en 1949 (Précis de décomposition), pero ella lee la versión en alemán traducida por el poeta suicida Paul Celan, escribir una carta al filósofo, que justamente la doblaba en edad.

En esa carta, de finales de enero o inicios de febrero de 1981, redactada en alemán, ella se alegraba de haberse encontrado con un escritor de osadías “confortantes”, más que “destructivas”, cuya profundidad absurda era comparable al “Lenz” (1836) de Georg Büchner y cuya serenidad era propia de un Robert Walser (1878-1956).

Escribe: “Yo no era de la opinión de los periodistas y otros de que su tristeza gritada al cielo causa depresión; al contrario, en tiempos de la mayor tristeza su obra ejercía en mí una influencia alentadora y regeneradora” (p.13).

El filósofo le contesta de una vez, desde su sexto piso del número 21 de la rue de l´Odéon, donde vive con su compañera profesora Simone Boué, cerca de los Jardines de Luxemburgo, con una carta autógrafa, escrita en un alemán ligeramente irregular, según la destinataria, que Cioran había aprendido de su experiencia como becario de la Fundación Humboldt en Alemania, entre 1933 y 1935, en la que empieza a crearse la atmósfera de lo que ella considerará “un amour fou” (un amor loco), que derivaría en una amistad íntima, en una complicidad intelectual.

En un artículo de El Cultural, del 10 de diciembre de 2019, Nuria Azancot va a definir esta relación como “la ultima pasión prohibida”, que el filósofo tendrá presente en su corazón hasta el final de su vida.

Vale anotar que, de acuerdo con Jaime Panqueva y su artículo “Las mujeres de Cioran” (Letras Libres, 3 de mayo de 2012) Friedgard Thoma publica el libro con las cartas en 2001, en la editora Weidle Verlag, a lo cual se opone la traductora de Cioran al alemán Verena von der Heyden-Rynsch, persona cercana e influyente en la editorial francesa Gallimard, por ciertas cartas que afectan la imagen del filósofo.

Un juicio por derecho de autor en Múnich emite un veredicto que retira de inmediato el libro del mercado.

En su segunda carta, ella le envió una fotografía. Luego de conocerse personalmente y de conversar varias veces por teléfono él le escribe, el 16 de abril de 1981 (Jueves de Pascua), al pie de ciertas expresiones íntimas y hasta de celos: “En el fondo todo comenzó con la foto, quiero decir con sus ojos”.

Añade: “La alegría de haberla conocido ha resultado ser una prueba e incluso un golpe”. Ella, que valora esta carta todavía hoy, le contestó con otra breve e irónica y le llamó por teléfono, a pesar de la presencia de su novio.

Le pidió, en carta del 19 (Domingo de Pascua) considerarla como “el ser humano que le ama… como una persona que ciertamente necesita más tiempo (solo nos hemos visto una tarde y dos noches)”. Él le contesta el 28: “¿Qué va a ser de mí?”. El “cafard” (tristeza melancólica), propio de Cioran, marcará el absurdo destino.



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