Por Hanlet Domínguez
Para ir en el segundo viaje de Colón en 1493, Bernardo Boyl le exigió a los monarcas que el mismo Papa Alejandro VI, le concediera el título de Vicario apostólico en las nuevas tierras. Pero además de que le concedieran el título, Boyl le pidió a los reyes, que le mandaran copias de la “Bula Papal” para él tener constancia en América de su autoridad y no ser mangoneado por Colón.
El rey Fernando conocía muy bien a Boyl, ya que este último le había servido en algunas misiones diplomáticas en Francia, representando la corona de Aragón. Fue en este país, unos años antes de viajar al Nuevo Mundo, donde Boyl se enteró de que Cristóbal Colón había sido un corsario al servicio de Francia. No solo que el genovés era corsario, sino que había luchado en su juventud bajo las órdenes del rey Renato de Anjou en contra de Juan de Aragón, padre del rey Fernando. Años después, Colón admitió que durante la guerra civil catalana, que él estaba al servicio de Renato, y que había capturado la nave insignia de los aragoneses, “La Fernandina”.
Esos eventos eran más que suficiente para que Boyl tuviera una mecha corta para decirle unas cuantas verdades en la cara al “descubridor de América”. El momento apropiado llegó cuando desembarcaron en la Española en 1493. En esta isla, encontraron muertos a todos los españoles que se habían quedado en el fuerte de la Navidad, durante el primer viaje de Colón. Esto desató furia por parte de la tripulación contra los indígenas de la zona y su cacique Guacanagarix.
En ese contexto, Boyl no sentía que debía respetar a Colón cuando este había atentado con su patria unos años antes. Entonces, rebosó la discordia cuando apresaron a Guacanagarix y lo subieron a uno de los barcos para cuestionarlo por el hecho. En tal sentido, Guacanagarix se desligó del funesto hecho y culpó a Caonabo de tal acción, por lo que Boyl se enfureció, y le dijo a Colón (quien era la máxima autoridad) que había de hacer un ejemplo con el cacique, a lo que el almirante se opuso rotundamente.
Rodolfo Cronau lo narró se la sigueinte manera, en su libro “América: Historia del descubrimiento” Tomo I Pág. 329:
“Y bien Guacanagari observaba atentamente los objetos traídos por los españoles, […] entre los que se distinguía un tal Padre Boyle, que trataba de convencer á Colón de lo conveniente que sería aprisionar al sospechoso cacique y hacer con él un escarmiento.”
Desde este episodio en adelante, Boyl y Colón mantuvieron su distancia y se polarizó la colonia a favor y en contra. Fueron tan fuertes las diferencias entre ambos, que en un momento Colón le negó a Boyl y a sus religiosos la comida en la Isabela. En esa tesitura, y por una falta de entendimiento pleno, Boyl se marchó a España en 1494. Las razones son varias: La primera fue indudablemente el pleito con Colón. La segunda, la falta de traductores para evangelizar a los indígenas. La tercera, estaba enfocada en sus intereses en Europa, por la introducción de la orden religiosa de los Mínimos en España, de la cual, él iba a ostentar el título de representante.
A partir de la partida de Boyl, Colón se aprovechó de la falta de autoridad religiosa y convenció a Ramón Pané, por vía del ofrecimiento de comida (en tiempos de hambruna en la colonia) para que este estuviera bajo sus servicios. Posteriormente, Pané por orden del almirante, escribiría el primer libro en América acerca de los indios en 1498.
Nota importante: Algunos historiadores indican que en España para ese tiempo posiblemente había dos religiosos con el nombre de Bernardo Boyl o Boil.