El Banco Central ha tomado medidas que permiten incrementar de manera considerable el medio circulante. En otras palabras están creadas las condiciones para que haya más dinero en mano de la gente para consumo e inversión.
La idea es dinamizar la economía. Algunos economistas prefieren utilizar el término de “calentar la economía”.
Sin duda que esa medida propiciará un mayor crecimiento del producto interno bruto en la parte final del año, pero tiene sus riesgos que suponemos han sido calculados por el Banco Central.
El primer riesgo es el inflacionario, que puede venir acompañado de su pariente llamado “devaluación”.
La liberación de 35 mil millones de pesos del encaje legal y la no redención de 140 mil millones de pesos de instrumentos financieros del Banco Central pondrá ese dinero en el mercado, pero ese mismo dinero tiene vocación de perseguir dólares y aumentar la demanda de bienes y servicios.
El efecto puede ser neutro o casi neutro si a la economía también ingresan dólares, lo que puede ocurrir por el aumento de las exportaciones, el ingreso de recursos por inversión extranjera o ingresos extraordinarios por turismo o remesas.
También está la opción de inyección de dólares al mercado provenientes de las reservas internacionales del Banco Central.
En el manejo de la macroeconomía no se puede perder de vista los grises, ni tampoco pensar que las fiestas no tienen un costo.
