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Los fondos olvidados de las AFP

Editorial El Dia

La revelación de que existen más de 117 mil cuentas de afiliados fallecidos en las AFP, cuyos fondos no han sido reclamados por sus familiares o herederos legítimos, pone en evidencia una omisión que debe corregirse cuanto antes.

La Dirección de Información y Defensa de los Afiliados (DIDA) ha hecho lo correcto al colocar este tema en la agenda pública, pero la solución exige la publicación de los nombres de esos afiliados fallecidos.

No se trata de un capricho ni de una violación a la privacidad. Se trata de restituir derechos patrimoniales a quienes legítimamente pueden reclamarlos.

Muchas de estas familias ni siquiera saben que tienen un vínculo pendiente con el sistema de pensiones, y mientras tanto, los fondos permanecen acumulados en las cuentas de las AFP, generando beneficios que no les corresponden.

La Superintendencia de Pensiones (SIPEN) tiene la responsabilidad legal y ética de velar por la transparencia del sistema.

Y eso incluye exigir a las Administradoras de Fondos de Pensiones que publiquen, de manera clara y accesible, la identidad de los afiliados fallecidos cuyos fondos no han sido reclamados.

No hacerlo es condenar al olvido una suma significativa de recursos que podrían aliviar necesidades reales de familias dominicanas.

Cada año los bancos publican miles de cuentas abandonadas. Las AFP están obligadas a hacer lo propio.
Más aún, las propias AFP, que han acumulado miles de millones de pesos en beneficios, deberían asumir esta tarea como un deber de buena fe.

Disponen de las herramientas para identificar y depurar esas cuentas, y de canales para hacer pública esa información sin que ello vulnere la normativa. Publicar esa lista no sólo es viable, es necesario.

El director de la DIDA, al plantearlo durante el Almuerzo del Grupo Corripio, ha dado un paso firme a favor de la equidad y la justicia social.

El silencio, la inacción o la dilación en este caso sólo benefician a los que retienen los fondos, y perjudica a los sobrevivientes de los afiliados fallecidos, muchos de ellos en condiciones de vulnerabilidad.

Si se exige a los trabajadores que aporten obligatoriamente parte de su salario a las AFP, también debe garantizarse que sus fondos, en vida o tras su muerte, lleguen a sus manos o a las de sus legítimos herederos.

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