Los datos para fines estadísticos tienen tres tipos de fuentes esenciales, que son: 1) registro administrativo; 2) censo, y 3) encuesta por muestreo.
En el caso de la encuesta, que es el tema de esta entrega, hay que entenderla como una opción al censo, que siempre será lo ideal, aunque no así lo racional y/o lo factible.
Partiendo de la disyuntiva entre censo o encuesta por muestreo, la encuesta ofrece ventajas que la hacen más atractiva, a saber: 1) economía; 2) rapidez; 3) mejor control de los errores variables, y 4) mayor factibilidad del estudio.
Pero, tiene una desventaja bien definida en estadística, que es el error de muestreo que decida el investigador, el cual se puede disminuir por la vía del aumento del tamaño de la muestra, que es bueno para los fines del estudio, pero le resta a la ventaja económica, ya que el tamaño de la muestra es una función de costo, mientras más grande es la muestra más alto es el costo de la encuesta.
El censo en poblaciones grandes, aunque es muy costoso y requiere de mucho tiempo y una sabia y experimentada gestión, que garantice baja omisión y alta calidad de los datos, también tiene sus bondades, entre ellas: 1) permite cuantificar casos o características en la población objeto de estudio que son de muy baja frecuencia, verbigracia el total de personas que padece una determinada enfermedad rara, que no es posible medir a través de una encuesta; 2) las informaciones estadísticas que se elaboran a partir de los datos de un buen censo son verdaderas; esto significa, por ejemplo, que el promedio de una variable, la varianza, un porcentaje o cualquier otro indicador estadístico de interés es un valor que no deja lugar a la dudas, lo que en estadística se conoce como parámetro poblacional, y 3) el censo, ya sea de población y viviendas, agropecuario, industrias, electoral o de cualquier otra área, sumado a la cartografía censal o un directorio o base de datos con información para la localización de los elementos que lo componen (direcciones postales, correos electrónicos y/o teléfonos) es el que sirve de base para las encuestas, vale decir, constituye el marco de muestreo de donde se extrae la muestra para la encuesta.
A partir de este razonamiento, la función de la encuesta por muestreo es estimar el parámetro que se desea conocer en la población. Por esta razón, el resultado que arroja la encuesta no es un valor verdadero, como ocurre en un censo de calidad y baja omisión censal, es una estimación que, fundamentalmente, está sujeta al error de muestreo y al nivel de confianza que decida el investigador.
Al diseñar una muestra estadística el investigador debe conocer y tener bien claros los siguientes tópicos: 1) el objetivo de la investigación; 2) las características de la población objeto de estudio y las posibles subpoblaciones de interés; 3) el alcance; 4) el nivel de desagregación que se requiere en la presentación de los datos; 5) la técnica de muestreo más apropiada; 6) el error máximo a permitir en las estimaciones; 7) el nivel de confianza en los estimadores; 8) el proceso de selección de la muestra; 9) el proceso de estimación de parámetros; 10) el presupuesto disponible, y 11) el período de tiempo más conveniente para la recolección de los datos.
La encuesta no es algo elemental, es compleja. Para diseñar una muestra, y seguir todo el proceso de la encuesta, se requiere conocimientos avanzados de probabilidad estadística, muestreo estadístico y profesionales con sentido ético, que limiten sus roles a cronistas de los hechos.
En definitiva, la encuesta es una técnica especializada de la estadística que requiere formación particular y buenas prácticas; se puede mentir con estadísticas provenientes de encuestas mal diseñadas o deliberadamente sesgadas, pero la estadística no miente.
Es por esta razón que, desde este medio, promovemos la creación de una cultura de entendimiento de la función de la encuesta, de los conocimientos y aspectos metodológicos que están detrás de los datos, que no se detallan en las publicaciones.
*Por Dionicio Hernández Leonardo