La pandemia del coronavirus ha evidenciado nuestro nivel de humanización, pero también retrata el miedo, la desinformación, la exclusión y la capacidad de dañar, no solo del virus sino del mismo ser humano, que presa del pánico, tiende a centrarse en su supervivencia como único fin.
A nivel político, el coronavirus nos demuestra que la verdad hay que aceptarla y enfrentarla, que es mejor prevenir que lamentar, que hay que proteger la economía, pero sobre todo a las personas.
El coronavirus también nos recuerda la fragilidad humana y que tenemos una responsabilidad colectiva e individual de cuidarnos y de cuidar.
1. Aceptar la verdad:
El problema del coronavirus se agudizó en China ante la incredulidad de que un nuevo virus se estaba expandiendo.
El médico Li Wenliang, que en diciembre alertó a sus colegas de la aparición de un virus similar al SARS, en vez de ser escuchado, fue investigado por la policía por “propagar rumores”.
2. Prevenir antes que lamentar:
Las medidas de contención del virus no se realizaron de forma oportuna. En algunos países caló el mantra de que solo se trataba de una gripe y se minimizó el problema, mientras los contagios superaban el 2.5%, cobrando vidas día tras día.
3. Proteger la vida y la salud:
La economía está al servicio del hombre como lo plantea la Doctrina Social de la Iglesia. Aunque se paralicen las economías del mundo, salvar la vida y proteger la salud de los seres humanos deber ser la prioridad.
Las economías pueden recuperarse, pero las vidas perdidas no.
4. La fragilidad y finitud humana:
El coronavirus nos enrostra en la cara nuestra fragilidad humana. Nos recuerda la única realidad inexorable: la muerte.
La impotencia ante una posible muerte genera dolor, miedo y hasta terror. Enfrentarnos con la muerte debe llevarnos a valorar lo que realmente importa: las relaciones, no las posesiones.
5. Somos responsables de cuidar y de cuidarnos:
La contención del coronavirus implica una responsabilidad colectiva e individual ineludible de cuidar y de cuidarnos. Cuidar significa aislarnos y tomar las medidas preventivas que detengan el contagio. Cuidarnos también implica no propagar noticias falsas o hacer manipulaciones políticas que contribuyan al pánico y generen desasosiego.