La violencia de cada día

La violencia de cada día

La violencia de cada día

La atención periódica de la población en los casos de violencia es tratada, en muchos casos hasta por las autoridades, como un asunto de percepción.

Y en cierto modo es razonable, ¿por qué? Porque la anomalía social que se manifiesta como violencia entre grupos, asaltos, robos, tráfico y consumo de drogas, es común y cotidiana.

Es un hecho continuo del que una parte de la población tiene una conciencia permanente, viven en ese ambiente y algunas personas pagan los denominados “peajes” para garantizarse un mínimo de seguridad en los lugares donde viven.

Cuando policías mataron a “Los Menores”, el día 31 de mayo pasado en Los Cocos de la Ciénaga, salió a la luz el peaje en el testimonio de vecinos sobre esta práctica, que tiene lugar en el ámbito de operación de estos grupos.

Otra cosa es la “percepción”, concepto introducido en la pasada administración para echar agua a los “brotes” de violencia y que en la opinión pública fue entendido como una burla a la inteligencia.

Pero ciertamente, hay una parte de la población que sólo toma conciencia de esta realidad, la percibe, cuando los muertos le caen en los pies.

Las administraciones se han acostumbrado a salir del paso con la solución más fácil y más económica, que consiste en la aplicación de paliativos.

Pero tratando síntomas hemos dejado de lado el ataque a las causas, que debe incluir el examen de la cultura de la pobreza.

Al lado, en Haití, tenemos una realidad a la que se ha llegado paso a paso, poco a poco, y ahora a todos nos parece improbable una solución con el propio vigor de la parte sana de la sociedad haitiana.

¿Qué pasará con nosotros si llegara a ocurrir, Dios no lo permita, una asociación firme entre los elementos anómalos de uno y otro lado de la frontera?
Evitarlo es un deber.



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