
Volvemos a lo mismo. El coro sobre la necesidad de una reforma fiscal se escucha con intensidad. Todos los coristas cantan en lo que parece un mismo tono, pero el desafine viene cuando se le pone rostro a la reforma.
El fallido intento de reforma fiscal propiciado por el Gobierno sucumbió porque todos querían reforma, pero que la mano se metiera en el bolsillo ajeno.
Nadie estuvo dispuesto a que abrieran el suyo.
Cada sector tenía una justificación muy bien sustentada para que no fueran ellos los afectados, sino otros. Incluso, cuando parecía inminente que la reforma fiscal podía pasar en el Congreso, se prestaron para financiar protestas e incluso organizar planes de violencia social.
La dilación de la reforma fiscal empieza a sentirse, como se venía advirtiendo y en los años por venir puede sentirse más.
El crecimiento de la economía dominicana ha reducido su ritmo porque el Estado carece de los recursos necesarios para invertir en sectores que dinamizan y mejoran la calidad de vida.
Los organismos internacionales mantienen su discurso de que la economía dominicana marcha bien, pero tiene amenazas en el futuro cercano si no se hacen las reformas estructurales para que la presión fiscal no sea tan anémica como en la actualidad.
Los sectores económicos locales vuelven a hacer coro, veremos hasta cuándo le llega antes de desafinar.