La reforma fiscal anunciada desde el gobierno, de la que ahora se dice que va por una tercera o cuarta generación o, para decirlo en la lengua que entienden nativos y migrantes de la era digital, que ya es 3.0 mientras una versión publicada esta semana por la prensa era apenas 1.0, es decir, una propuesta superada.

De la última versión sabemos, también, que será socializada en cuestión de días por el ministro de Finanzas, Jochy Vicente, según ha informado el director de Impuestos Internos, Luis Valdez.

El fin de semana había circulado un documento del que no se ha dicho que fuera apócrifo, se ha dicho que está desactualizado, un hecho que mantiene en ascuas a quienes conocen el verdadero nombre de las reformas fiscales, que no es otro que el de impuestos, pero que en alguna medida los tranquiliza.

A nadie le gustan las imposiciones, así que sigamos llamándola reforma fiscal, un nombre duro también, pero que, en cierto modo, tiene algo de anestesia.

Y entre las razones que le dan ese efecto relajante está la carga de esperanza que acompaña saber que ha sido bastante discutida por técnicos de todo tipo, entre ellos algunos de las áreas políticas, que suelen ser sensibles con el disgusto de la gente.

Así que a esperar con sosiego la versión del ministro de Hacienda.