El Día 
Una de las frases por las cuales se recordará a Hipólito Mejía es la de: tengo la paciencia de Job.
Para explicarlo en forma resumida, cuando se utiliza la expresión de la paciencia de Job, se refiere a aquel hombre llamado Job que siendo rico, con bellas hijas y mujer, fue tentado por el diablo, haciéndole perder el amor de su mujer, sus bienes, su salud, sus hijos y aún así mantuvo su devoción a Dios.
Resulta que a pesar de haber sido martillado a su salida del poder, el Presidente Mejía estoicamente absorbió los golpes durante años y precisamente con la paciencia de Job, esperó y esperó hasta que logró hacer uno de los come backs políticos más extraordinarios de la época moderna.
Con esa misma paciencia de Job ha manejado su campaña política: vallas, spots, caravaneos, etc., todo ha sido programado de la forma más mesurada y tranquila.
El nivel de aplicación de la paciencia de Job también se puede observar en la forma en que el candidato presidencial del PRD ha ignorado los ataques, ya sea directamente con alusiones personales en la publicidad del candidato del gobierno o en las peregrinas declaraciones que personajes del oficialismo emplean para intentar disminuir su figura.
Con esa misma paciencia de Job, Hipólito Mejía eligió como su compañero de boleta a Luis Abinader, decisión que por demás, según sus propias palabras, fue muy fácil hacer y cito: por la gran coincidencia en nuestros programas de gobierno.
De hecho, la forma en que se desenvuelve Luis Abinader demuestra que conoce la paciencia de Job y sobre todo la aplica al conducirse.
Frente a insinuaciones de personajes de dudosa reputación y comprobado proceder camaleónico, es sano recalcar que hoy por hoy es evidente que Hipólito Mejía y Luis Abinader conforman una mutual ganadora, no porque lo diga este humilde servidor, sino porque así se aprecia a simple vista, por supuesto, para los que quieren ver.
Ahora, sin duda, lo más chévere es que comparten la misma paciencia de Job
