La nostalgia de abril

La nostalgia de abril

La  nostalgia de abril

Hace muchos años el doctor Américo Espinal Hued escribió: “Stefan Zweig, en su monumental obra Fouché, el Genio Tenebroso, señala en ocasión de la caída en la guillotina del incorruptible Maximiliano Robespierre, una de las figuras más sobresalientes y respetables de la Revolución Francesa, víctima de las intrigas de Fouché, que “el espíritu fogoso de la revolución se ha apagado.

Pasó la hora heroica.

Ha llegado la hora de la herencia, la hora de los aventureros, de los ambiciosos, de las almas equívocas, de los negociantes y aprovechados”. Para nosotros los dominicanos, también llegó la hora de la herencia”. Sólo nos queda la nostalgia de abril.

Pero antes de abril de 1965 llegaron los hombres de La Raza Inmortal por Constanza, Maimón y Estero Hondo. Luego siguiendo su ejemplo otros valientes dominicanos y con Manolo Tavárez Justo y las hermanas Mirabal fundaron la más pura y hermosa organizaron patriótica de nuestro país.

Muchos amigos y lectores no comprenderán y mucho menos sentirán la pena que siento yo en mi corazón al recordar a esos hombres y mujeres que con el pecho cargado de dignidad y patriotismo entregaron su sangre y su vida en procura de una sociedad más justa y humana que mejorara de manera sostenida la superación de las grandes mayorías de nuestro pueblo, que son los pobres. Todo lo contrario.

Da pena que ya muy pocos dominicanos recuerden a los que sembraron de esperanza los surcos de la patria, a los que jamás lucharon por posiciones y por dinero, eran verdaderos patriotas, hijos dignos de Juan Pablo Duarte y Gregorio Luperón.

Y la pena que siento es, porque insisto, después de tanta sangre derramada, por el sacrificio de esos héroes y mártires, se esté beneficiando una partida de indolentes y oportunistas, lobos y pirañas que se están repartiendo las riquezas y las propiedades del Estado con el mayor descaro y sin escrúpulos delante de un pueblo digno de mejor suerte y de mejores representantes.

Los jóvenes no tienen idea de las horribles torturas a que fueron sometidos los hombres y mujeres que desafiaron a Trujillo para liberarnos de la más poderosa y criminal dictadura de América latina.

Pero gracias a Dios, aún quedamos algunos viejos soñadores para pedirle al pueblo que no se rinda, que luche sin descanso por sacar de los partidos políticos a los que han podido y nada han hecho por la superación moral y económica de la patria.



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