¿La ingenuidad de los taínos o el adelanto de los españoles?

¿La ingenuidad de los taínos o el adelanto de los españoles?

¿La ingenuidad de los taínos o el adelanto de los españoles?

En República Dominicana, es bien conocida la frase: “Le intercambiaron oro por espejitos”, refiriéndose al intercambio desventajoso entre los españoles y los taínos. No es falso el hecho de que los colonos se aprovecharon de los recursos naturales de los aborígenes. Pero, además. le sacaron más provecho a su ingenuidad.

Los taínos estaban maravillados de ver espejos por primera vez y de observar a los visitantes montados a caballo (un animal desconocido en aquellas tierras), armados con espadas y con arcabuces. Para ellos, todo era nuevo; tan intrigante era el asunto que, cuando vieron a los españoles leer cartas, se quedaron atónitos. Estos nativos no tenían lenguaje escrito, por lo que, en su ingenuidad, leer una carta era hablar con esta. Uno podría imaginarse cómo abrirían los ojos,  diciendo en su idioma: “Ese pedazo de papel habla”.

Muchas leyendas, incluyendo la de la carta habladora, se esparcieron entre los diferentes cacicazgos. Por tal razón los taínos respetaban y no decían casi nada cuando estaban cerca de las misivas.

Nos cuenta Bartolomé de Las Casas, en Historia de las Indias (en el capítulo cxv),  el relato de una mensajero taíno que estaba bajo el servicio de los españoles en La Vega. Se le había encomendado una misión secreta: llevar una carta a la fortaleza ubicada en Bonao. Los españoles sabían que aquellos caminos estaban infestados de espías taínos. Por ello era menester que se enviara a un nativo, que disimulara esta entrega al máximo. Para esta misión, tomaron un palo con un hueco, utilizado en estos casos para insertar secretamente las cartas, a fin de que pareciera solo una simple rama.

Ya con todo preparado, y sabiendo el mensajero que las cartas hablaban, puso un gran empeño en entregarlas lo más rápido posible. Lo que pasó a continuación, como diría Las Casas, “fue cosa maravillosa”, ya que el taíno se las ingenió para hacerse el mudo y el cojo, para que nadie le preguntara de dónde venía y adónde iba. Usaba el palo como bastón para ayudarse en su supuesta limitación física.

Las Casas describió la escena:

Finalmente hablando y respondiendo por señas y cojeando, como que iba a su trabajo, hobo de salvarse a sí e a las cartas que llevaba, las cuales, si le tomaran y a él prendieran o mataran, por ventura, no quedaría, de los cristianos derramados por La Vega y aun de los de la fortaleza de la Concepción, hombre vivo y sano. Llegó pues Don Bartolomé Colón con su gente a la fortaleza del Bonao y allí fue de lo que había avisado.

Este relato nos da, de primera mano, la cosmovisión taína del mundo, la cual se vio impactada por su interacción con los adelantos que habían traído los europeos a esta isla española. Esto es un ejemplo simple que demuestra el desbalance de ambas sociedades durante la época temprana de la colonia.

Hanletdominguez@gmail.com



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