La campaña contra SeNaSa y el precio de la regulación

Resulta preocupante la intensidad con la que ha emergido, en las últimas semanas, una campaña dirigida a desacreditar al Seguro Nacional de Salud (SeNaSa), precisamente cuando el sistema entra en una etapa crucial de reformas y cuando la institución pública ha comenzado a ejercer controles más rigurosos en el uso de los recursos.
Uno de los ejes de esta campaña ha sido la afirmación de que la propuesta de Sisalril sobre la cápita diferenciada perjudicaría a los afiliados, cuando en realidad se trata de un mecanismo técnico de redistribución de los fondos entre las ARS, sin afectar en modo alguno las coberturas ni los aportes de los usuarios. No es una idea de SeNaSa, sino de la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales.
Sin embargo, SeNaSa ha sido blanco de acusaciones, como si fuese responsable de un rediseño del sistema que, en realidad, busca corregir distorsiones graves, como el desincentivo que hoy existe hacia los afiliados con mayor carga de enfermedad.
Llama la atención que esta embestida se haya intensificado luego de que SeNaSa comenzara a aplicar controles más estrictos sobre ciertos servicios de farmacias y laboratorios, lo cual ha puesto límites a abusos en la facturación de algunos prestadores.
Las ARS privadas también lo han hecho. Las medidas de fiscalización buscan proteger los recursos públicos, evitar sobrefacturación y garantizar que los fondos del sistema se usen con responsabilidad.
SeNaSa es la ARS más grande del país, con un alto índice de satisfacción en sus usuarios, especialmente en el régimen subsidiado. Ninguna otra ARS ha logrado acercarse siquiera a esos niveles de cobertura. Convertirla en blanco de una campaña de descrédito revela resistencias que no nacen de los derechos de los afiliados, sino de intereses económicos incómodos con la fiscalización y la regulación.
La ciudadanía merece un sistema de salud que funcione con transparencia, equidad y eficiencia. Si una institución está corrigiendo desviaciones, no se le debe atacar; por el contrario, se le debe respaldar. Hay que estar alerta ante estas campañas que, a veces, buscan proteger negocios espúreos disfrazados de derechos.