Jorge Cela, antropólogo

Jorge Cela, antropólogo

Jorge Cela, antropólogo

Wilfredo Mora

El padre jesuita Jorge Cela Carvajal (La Habana, 1941-2020), teólogo y filósofo, llevó a cabo una misión trascendental entre Santo Domingo, Puerto Rico y Cuba.

Casi 50 años de sacerdocio, con extraordinarios aportes a la labor de la Iglesia en las comunidades desde la realidad concreta.

Sus frases claves se fraguaron con los conceptos de cultura popular, comunidad participativa, justicia social, fraternidad, y otras tantas.

Veintiséis años los dedicó a buscar una “metodología participativa” con una gama amplia de temas que bordean la cultura popular en las barriadas populosas de Guachupita y Los Guandules, en Santo Domingo.Todo cuanto escribió está dedicado a los más pobres de esas comunidades.

Generó una prolífica producción intelectual que ha sido recogida en publicaciones de Centros de Estudios Sociales, en Conversatorios (nunca en grandes Editoras). La mayoría de sus ensayos fueron publicados en la Revista del Centro de Estudios Sociales Padre Juan Montalvo, S. J. y en la Revista Estudio Sociales (INTEC), donde fue director en ambos lugares.

Particularmente está su libro “La otra cara de la pobreza” (1997), en el que bosquejó sus más de 25 años dedicado a los barrios de Santo Domingo.

Allí Cela –el antropólogo– (obtuvo una maestría de Antropología en Illinois), nos muestra un estudio verdadero de la cultura de la pobreza, y las irracionales condiciones de las culturas populares. Para que el futuro le sea promisorio al pensamiento político-social dominicano, que es de donde brota la terquedad de la pobreza nacional, el humilde padre ha recomendado las pautas (en realidad, derechos) para alcanzar una solución: 1) Escuchar el clamor de los pobres; 2) Políticas sociales ocultas que no representan relaciones espaciales y sociales, sino que busca la expulsión de los pobres hacia las periferias, “donde ni se le vea ni se le escuche”; 3) Planes de priorización del gasto social, a partir de que la pobreza crítica produce una cultura marcada por las condiciones extremas que crea una visión del mundo”.

La cultura de la pobreza es generadora de pobreza y de violencia. Y, 4) La política social, que por experiencia, es mejor como discursos que sus ejecutorias.

Las razones de Cela atestiguan sobre el significado de la pobreza y de ser pobre, cómo la cultura popular se adapta a estas condiciones colectivamente acumuladas por experiencias clientelistas, que parecen no superar la corrupción, el caos de la institucionalidad, entre otros males; pero también, dejan algo positivo en la cultura, y es la construcción de la educación, la creación cultural, el fortalecimiento de la identidad y la concertación de la lucha. Como él mismo ha señalado: “ser pobre es vivir en un espacio estrecho y ajeno y un tiempo detenido en la diaria repetición”.

Regresó a La Habana, y fue nombrado Superior de la Región de Cuba, en 2010. Ese fue el padre Cela, quien aspiró, no a una Iglesia de masas, sino a una iglesia de pequeñas comunidades.



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