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Insistir sobre Valle Nuevo

No hay un motivo social más relevante que la preservación de las aguas que consume la mayor parte de la población.
Siete presas, los acueductos de Santo Domingo, San Cristóbal y Constanza, así como seis canales de riego dependen de la preservación de Valle Nuevo.

No hay villa privada, proyecto “ecoturístico”, plantación agropecuaria o conuco de campesinos que valga a la hora de proteger esta importante área.

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Todo el que actualmente esté en Valle Nuevo sabía a la hora de entrar que lo hacía en un área prohibida, por lo tanto no puede estar reclamando “derechos adquiridos” ni mucho menos.

Ya en 1993 hubo un desalojo de esa gente, pero la debilidad o el populismo de administraciones posteriores permitió el resurgimiento del problema que aquella vez se resolvió “manus militaris”.

Si el Estado está en condiciones de buscarle alguna alternativa de subsistencia a quien realmente lo necesite, que la conceda, aunque no se trate de compensación, porque su incursión irregular en esta área ha sido consciente.

En nombre de un populismo dañino o de presiones de ostentadores de grandes fortunas, el país no puede correr el riesgo de perder la zona donde nacen importante fuentes de agua.

Valle Nuevo le pertenece a los 10 millones de habitantes que tiene República Dominicana.

Esa zona tiene que preservarse como un área científica y de visitas controladas, para no correr riesgos de afectar esa inmensa “fábrica de agua” o como preferimos llamarle: “la madre de las aguas”.

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