El valor de Valle Nuevo

El valor de Valle Nuevo

El valor de Valle Nuevo

Los exploradores que de trecho en trecho han ido dejando el registro de sus aventuras a lo largo, lo ancho y lo alto del país, algunos de ellos de raigambre europea, nunca han dejado al margen a Valle Nuevo.

Eugenio de Jesús Marcano, Félix Servio Ducoudray, el recientemente fallecido Abraham Abud Antún —Bambán—, dominicanos que hicieron aportes notables a la clasificación, la descripción y la ciencia a partir de su permanente aventura ambiental, nunca dejaron de encomiar la belleza y la importancia de Valle Nuevo.

Antes, en el siglo XIX, lo había hecho Sir Robert Hermann Schomburgk, primer cónsul inglés en Santo Domingo (a pesar de su origen alemán), quien realizó un extraordinario trabajo sobre los recursos naturales y la geografía nacional, a la par de su función diplomática.

A valle Nuevo se le atribuye ahora la condición de “madre de las aguas” del país, por hecho de ser el punto elevado donde tienen su origen varios de los ríos mejor aprovechados. Debe de ser una manera de simplificar y de aislar uno en particular de entre muchos otros valores.
De todos modos, valga el encomio.

Uno solo de esos ríos, el Nizao, es actualmente aprovechado para la generación de energía eléctrica a partir de las represas de Jigüey, Aguacate, Valdesia y Las Barías. Pero esto no es todo, gran parte del agua que llega a los hogares en los denominados botellones y por cañería, en la capital dominicana, es derivada del Nizao a partir de la presa de Valdesia. Y por si fuera poco, del contraembalse de Las Barías (en realidad una represa menor) se recogen sus aguas para el regadío de unas 200 mil tareas de predios agrícolas.

En otra vertiente, hacia el norte, está el río Yuna, que también nace en Valle Nuevo y desemboca en la Bahía de Samaná. Sus aguas son la madre del arroz en esa parte del país.
Bien vale la pena el esfuerzo por la ahora bautizada “madre de las aguas”.



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