He decidido aceptar el reto

Después de 12 meses de receso e igual tiempo de haber retornado a mi puesto en el matutino El Día, del Grupo Corripio, he decido atender un llamado hecho por la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) para reasumir mis funciones de director de Relaciones Públicas y Comunicaciones de la institución.
Durante tres años y medio ocupé el puesto hasta que fui relevado del mismo, dentro de la rutina que se estila en agencias de ese tipo, las que adoptan la misma práctica de rotar al personal cada vez que sea necesario y por conveniencia en el servicio. Me mantuve entonces como asistente especial de prensa del mayor general Rolando Rosado Mateo.
Se sabe que la DNCD es una institución de carácter militar, aunque directamente subordinada a la Presidencia de la República, debido a que sus integrantes, como bien se lee en la Ley 50-88, integrada por miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. De ahí, entonces, se deriva su accionar como institución castrense y policial.
Pero ese no es el caso, sino que lo quiero compartir con mis lectores, y sé que ellos son generosos y comprenden mi postura, algunos elementos que me motivaron a aceptar este reto de reincorporarme al puesto de portavoz de este organismo. Uno de esos puntos fue la confianza puesta en mí por el mayor general Rosado Mateo.
Confieso que mi familia y algunos amigos íntimos reaccionaron opuestos a que retornara al cargo, muy delicado según el parecer de estos, pero les convencí -y lo entendieron en su justa dimensión- y desde hace dos semanas tengo sobre mis hombros por segunda ocasión uno de los compromisos más importantes que ha tocado como comunicador. Y porqué no como ciudadano, me pregunto yo después de todo.
Habría sido, en primer término, un acto de deslealtad a la institución, a la que me debo, rechazar el llamado del oficial general y amigo, al país, a mi familia y a la gente que cree en mí, que es mucha, y perdonen la inmodestia, y si se quiere con ella incluida, como diría el mejor amigo y periodista Don Alvaro Arvelo Hijo.
Ahora bien, eso no implica que algunos sujetos al servicio del crimen, por ejemplo el desacreditado y comprometido con el crimen organizado, sobre todo el narcotráfico y el lavado de activos, Tomás Castro, quien me acusa en los programas del doctor Julio Hazim de ser un perverso, corrupto y difamador.
Pero qué va, cuando imputaciones y vituperios provenientes de un sujeto que en vez de toga tiene un mandil de cocina, tiznado por demás con la sangre hecha derramar por sus clientes al propiciar estos el ingreso al país de miles y miles de kilogramos de cocaína y heroína. Lo lamentable es que el doctor Hazim, no así Machi Constant permita barbaridades de esta naturaleza.
Evidentemente que eso no quita el sueño, a pesar de las llamadas que me hacen los amigos, todos preocupados por los juicios externados por este sujeto, quien no para de tirar todo tipo de pestilencias sobre el suscrito por haber asumido la responsabilidad, como periodista y como funcionario público, de decirle al país quiénes son sus clientes y a qué se dedican estos individuos del bajo mundo.
Acepto el reto, sin importar lo que digan y piensen los que en vez de la toga tienen mandil, repito teñido de sangre y tiznado de arriba abajo. Si alguien tiene algo que decir de mí en público que lo haga, lo reto, o de lo contrario que se prepare para que me enfrente en el terrero que pisan los hombres que tienen dos cojones entre las piernas.
papitolebron@yahoo.es
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