Las encuestas por muestreo, aplicadas en cualquier área del quehacer económico, político y social de un país, en especial las que miden aspectos preelectorales y económicos, siempre despiertan dudas y cuestionamientos en algún segmento de la población.
En este sentido, la ética en la publicación de encuestas, que es el tema de esta entrega, es altamente importante, como se muestra a continuación.
¿Qué se entiende por ética en la publicación de encuestas?
Para poner el tema en contexto, según el Diccionario de la Real Academia Española, la ética se define como el “conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida”
Al respecto, el filósofo, ensayista, investigador, poeta y educador hispanomexicano Adolfo Sánchez Vázquez, en su obra, titulada “Ética” (1969), estableció que la ética es la ciencia de la moral, que es una esfera de la conducta humana que, al estar centrada en la sociedad y en el comportamiento humano, determina cuáles acciones pueden considerarse correctas y cuáles incorrectas.
En este sentido, la publicación de encuestas conecta con el tema en las actuaciones de los investigadores a la hora de hacer públicos los hallazgos de sus investigaciones, y del compromiso moral con que asumen su rol ante la comunidad científica, ante los clientes y ante el público en general que hace uso de los datos para tomar decisiones o simplemente para estar debidamente informados sobre las variables medidas.
En cualquier área del conocimiento, las encuestas desempeñan un rol de primer orden, en especial en el ámbito de la opinión pública y los llamados mercados de votantes, donde las estrategias y todo el accionar de las organizaciones políticas, los políticos y candidatos que compiten en cualquier nivel de elección se diseñan y ejecutan sobre la base de los datos que arrojan las encuestas.
Mentir con encuestas
El fraude estadístico mediante acciones deliberadas a través de la adulteración de datos o de la fabricación de datos o de sesgos conscientes para favorecer a alguien o para esconder o cambiar una verdad, no es nuevo, viene desde lejos. De hecho, uno de los libros más leídos en el complejo y atrayente mundo de la ciencia Estadística lleva por título: “Cómo mentir con estadísticas”, publicado en 1954, cuyo autor es el estadounidense Darell Huff.
Se trata de un libro de carácter educativo, en el cual el autor, con ejemplos sencillos y prácticos, advierte sobre el manejo no ético de las estadísticas con fines de confundir, manipular, inflar o crear sensación en los medios de comunicación.
En el ámbito político-electoral es en el que más se evidencia la falta de ética en la publicación de encuestas, no solo por la no observación de los principios éticos que se espera en la materia, también porque, en ocasiones, hay falsos encuestadores, que llegan al extremo de publicar encuestas que no son tales, sino arreglos numéricos hechos en ordenadores, cuya finalidad es oponerla a una encuesta seria que esté pautada para ser publicada en una determinada fecha o simplemente con el propósito deliberado de mentir que, como hecho negativo, es reprobable, y cae en la categoría de engaño estadístico.
La ética es muy necesaria e importante en el ejercicio de toda profesión, en especial en el campo de las encuestas, que tiene ventanas oscuras por donde se pueden colar acciones antiéticas y, aunque no exista un código deontológico que regule la profesión, todo profesional de la Estadística debe actuar apegado a la ciencia.
¿Qué es lo correcto en la publicación de encuestas?
1. Como principio general, el profesional de la Estadística siempre debe actuar apegado a la verdad, y hacer lo correcto. En materia de publicación de encuestas, las acciones consideradas correctas inician en la estructuración y redacción de la ficha técnica que debe acompañar los hallazgos a publicar.
Dicha ficha debe recoger y resumir el desarrollo de la encuesta, desde la fase 0 hasta la elaboración del informe de final de investigación que se publicará, el cual debe ser veraz, objetivo y apegado a las buenas prácticas en la materia.
2. El investigador o investigadora que publica encuestas debe ser prudente, y no prestarse a la comisión de acciones deshonestas que pudieran desacreditar la profesión o afectar la credibilidad que tiene la población en las encuestas.
3. Asumir la responsabilidad profesional que espera la sociedad de toda persona que adquiera competencias especializadas para el ejercicio de una determinada profesión, y más en el campo de las encuestas, cuyos resultados se socializan en los medios de comunicación para consumo de toda la población.
4. Siempre actuar como cronista de los hechos. Distinguirse y separarse de cualquier otra acción, en especial de interpretaciones y todo lo que derive hacia el uso de los datos con fines de promoción o ventajas interesadas de sus clientes.