¡Esto se jodió!

¡Esto se jodió!

¡Esto se jodió!

He llegado a la conclusión de que esto se jodió. Sí, se jodió, porque con las cosas que se están viendo en este país no hay otra alternativa que pensar así, como el peor de los pesimistas. Lo que digo, y quiero que se sepa, no tiene nada que ver con política.

Digo que esto se jodió cuando veo que un individuo, peligroso como el que más, es declarado absuelto por cargos de narcotráfico por un tribunal y a los dos meses es detenido con un alijo de 178 kilos de cocaína.

Y también cuando veo que un colombiano condenado a 8 años de cárcel por lavado de dinero hace siete meses estaba libre y dirigía una red que enviaba cocaína a Europa en maletas, las que eran preparadas en una suntuosa vivienda en Santo Domingo.

Me limito, queridos lectores, a solo citar dos de la caterva de casos que veo a diario, obviamente todo esto apadrinado por las autoridades. Cuando hablo de las autoridades obviamente que se trata de fiscales y jueces.

Como explicarle a la Suprema Corte de Justicia, si es que lo reclama, los presupuestos concretos y exactos del Tribunal Colegiado de Barahona para descargar a Norberto Felipe Fernández Olivo. Y como lo explicaría el Ministerio Público.

Ese señor -Fernández Olivo- fue descargado de toda responsabilidad en la citada jurisdicción hace solo dos meses y en menos de una semana estaba ligado a otra red, o probablemente la misma, recibiendo droga en Santiago para enviarla al exterior.

Y eso se supo porque un fiscal de allí facilitó copia de la minuta de la sentencia a los medios de comunicación, indignado ese magistrado por haber sido separado del expediente elaborado por él y la DNCD contra esa persona.

Después de destapado el escándalo desde la Procuraduría General se hizo un aspaviento y se solicitó “investigar” el caso, pero nada paso. El hombre -Fernández Olivo- estaba encabezando una banda que operaba desde Gurabo, en Santiago.

Y no paran ahí las cosas. Ahora la DNCD acabada de agarrar a un colombiano que estaba condenado y, sin que nadie salga a explicarlo, el hombre andaba por ahí como “Juancito del Caminador”, recibiendo cocaína “por pi pa”.

El Tribunal Colegiado del Distrito Nacional había sentenciado a Néstor Castañeda Peña, fallo que él recurrió en segundo grado, logrando salir libre con una simple coerción de presentación periódica ante el Ministerio Público.

Ese caso, obviamente, tiene que ser explicado por las más altas instancias, trátese de la Suprema Corte o de la Procuraduría General. No hay forma de explicarle al país, frente a este estado de cosas, cómo diablo este sujeto estaba libre haciendo de las suyas.

Estoy convencido, y me excusan los optimistas, que “esta vaina se jodió”. Y me parece que para arreglarlo sería con una “mano divina”, si es que su dueño se acuerda que nosotros todavía estamos aquí, en un país “colocado en el mismo trayecto del sol”.



El Día

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