¿Es trabajador el dominicano?
Dos importantes autores nacionales dan respuesta a la pregunta con que titulamos este artículo, pero lo hacen de manera contraria o diferente.
Para Francisco Moscoso Puello “no somos un pueblo trabajador”. Asumiendo un anacrónico determinismo geográfico señala que aquí “es demasiado pródiga la tierra” y que “donde hace calor no se trabaja” (“Cartas a Evelina”, cartas 8 y 12).
Con una posición distinta, Pedro Francisco Bonó sostiene: “El dominicano es gran trabajador, su esfuerzo muscular llega a tan pujante altura como el pueblo que más”, y también refiere “…pocos pueblos son más laboriosos, más endurecidos ni más valientes en la fatiga”.
Bonó, sin embargo, establece la existencia de legislaciones y “hábitos autorizados” contrarios a su esfuerzo o que obstruyen su aspiración de trabajo (“Papeles de Bonó”, Emilio Rodríguez Demorizi, Academia Dominicana de la Historia, Vol. XVII, 1964).
A propósito del tema, un resultado que parece contraintuitivo, es decir, contradice la impresión general, es el de la segunda encuesta anual de opinión, actitudes y percepciones, titulada “Actitudes hacia el trabajo en la República Dominicana, 2005”, realizada por investigadores del Instituto Nacional de Opinión Pública (INOP), en que se revela que una significativa proporción (45.3%) de dominicanos y dominicanas, si se encontraran en una situación que les permitiera decidir a qué actividad dedicar más o menos tiempo de sus vidas, lo dedicarían al trabajo que realizan para ganarse la vida.
Esta proporción solo sería superada por el tiempo que dedicarían a la familia (C. Dore Cabral, L. Artíles, F. Cáceres y P. Ortega).
Obstaculizando la disposición al trabajo que tiene el dominicano, Bonó refirió ya, desde poco más de mediados del siglo XIX, la existencia de instituciones y hábitos como son la gran cantidad de “fiestas de guardar”, la proliferación de eventos de entretenimiento, de juegos de azar y la “privilegiomanía”.
La observación de estos factores dentro de la rutina cotidiana fueron aspectos que lo llevaron a asumir una crítica a la forma de organización de nuestra sociedad y a proponer una serie de modificaciones.
Es fundamental, para los hábitos y valores reinantes en un medio social, el tipo de instituciones existentes. Las instituciones ayudan o pueden desayudar.
Pueden llevar a inclinar a lo fácil o a lo fortuito. El trabajo es trabajo, y por lo general, nadie se inclina a lo que da trabajo.
En la República Dominicana no debieran existir las bancas de apuestas, no se debiera hacer descansar el destino personal o familiar en “la suerte”; pero estas son hoy una muy lamentable realidad, justificada por algunos bajo el predicamento de que son una fuente de ocupación laboral.
Apoyemos en nuestro país mejores sueldos y salarios, respaldemos buenos planes de seguridad social, pensiones y cesantía, y estaremos consolidando en el dominicano y la dominicana el supremo valor del trabajo, el cual es esencial para el engrandecimiento individual y social.
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Celedonio Jiménez
Dr. en Sociología. Escritor. Profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Miembro de Número de la Academia de Ciencias de la República Dominicana desde el año 2009.
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