Resulta una paradoja que un país que produce tanto talento en los deportes esté prácticamente “huérfano” o, mejor dicho, subutilizando a sus dirigentes, si tomamos en consideración que la mayoría de las selecciones y equipos de primer nivel están en manos de extranjeros o han sido dirigidos últimamente por estos.

El más reciente es el fútbol, que prescindió de los servicios de un técnico uruguayo, tras la debacle ante Bermudas, pero antes que él, también la selección estuvo bajo la dirección de un colombiano, que tampoco “dio pies con bola”.

En el baloncesto las cosas no son diferentes, porque a pesar de que un criollo condujo a la clasificación para el Mundial de China, me refiero a Melvin López, a pocas horas de lograr esa hazaña, por tercera vez en la historia del básquet dominicano, se produjo su degradación a asistente del argentino Néstor Che García, recién designado técnico en jefe de la selección.

En el béisbol profesional se viene dando el mismo fenómeno, al punto de que ya para la próxima temporada están designados cuatro extranjeros, siendo muy altas las probabilidades de que la cifra se eleve a cinco, porque hasta ahora el único nativo designado es Fernando Tatis, de las Estrellas.

Esta es una situación bastante extraña, porque se supone que quien tiene experiencia o ha jugado un deporte por décadas debe tener amplios conocimientos para convertirse en dirigente, aunque haya sus excepciones.

Pero hay que analizar el porqué es casi unánime la creencia de que lo extranjero es mejor que lo nuestro, podría ser producto del “guacanagarixmo” que históricamente han desarrollado los ciudadanos de este país.

También, tras la declaración de independencia, surgieron dudas sobre la capacidad de los criollos para ser libres.