El PNUD y la presa de Monte Grande

El PNUD y la presa de Monte Grande

El PNUD y la presa de Monte Grande

Desde Estambul, última capital del imperio Romano y del posterior imperio Otomano, lugar donde actualmente nos encontramos, recordamos que, en el año 1991 el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos nos solicitó realizar los estudios geológicos preliminares para determinar la viabilidad geológica y geotécnica del sitio de presa de Quita Coraza, emplazado sobre el río Yaque del Sur, a la altura del lugar denominado Cerro de los Pasitos, en interes de represar las aguas de ese importante río, el cual, aunque ya está represado en Sabana Yegua, amerita otra presa que actue como contraembalse de Sabaneta y Sabana Yegua y que evite las inundaciones en las comunidades de la cuenca baja.

Los estudios geológicos preliminares del Cerro de los Pasitos nos obligaron a desestimar el lugar, fruto de la presencia de gruesos depósitos de gravas y arenas sueltas, altamente permeables, coincidentes con una estructura sinclinal (plegamiento cóncavo de capas de sedimentos) que facilitaría excesivas filtraciones de las aguas almacenadas en la presa.

Como era necesario buscar algún lugar adecuado para el emplazamiento de este contraembalse, continuamos las exploraciones geológicas hacia aguas arriba del Cerro de los Pasitos, encontrando que en la comunidad de Monte Grande, aguas abajo de la Boca de los Güiros, existe un lugar que no es excelente, pero que es el menos malo dentro de toda la zona, procediendo a seleccionar este lugar, condicionado a posteriores estudios, más detallados, que nos permitieran identificar todos los correctivos a aplicar.

A partir del año 1992, es mucho lo que se ha hablado de la presa de Monte Grande, pero nada se ha hecho en materia de estudios geológicos y geofísicos detallados que incluyan refracción sísmica, sondeos mecánicos con pruebas de permeabilidad Lugeon y perfiles geoeléctricos para separar los horizontes arenosos de los estratos arcillosos, estudios que deben ser realizados tanto en la cerrada como en la margen izquierda del río Yaque del Sur, donde hay potenciales áreas de fugas por filtraciones.

Sin embargo, al margen de esta realidad definida como falta de estudios, la presa de Monte Grande ha de venir a resolver dos serios problemas que afectan a la región Suroeste de nuestro país, siendo el primero de ellos las frecuentes inundaciones de Palo Alto, Jaquimeyes, Uvilla, Vicente Noble y Tamayo, entre otras comunidades de la zona, y el segundo, el suministro de agua para el acueducto regional que ha sido construido, pero que no dispone de suficiente agua para abastecer a los habitantes de las provincias Barahona, Bahoruco e Independencia.

Pero en adición al serio problema de la falta de estudios geológicos y geofísicos detallados, el cual se puede resolver con la buena voluntad del INDRHI y del Gobierno Central, ahora la presa de Monte Grande choca con un informe técnico elaborado por consultores del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), quienes han concluido que la construcción de la presa de Monte Grande afectaría los niveles del lago Enriquillo, criterio que no compartimos.

Y es que en varias ocasiones hemos explicado claramente las razones que motivan las fluctuaciones de los niveles del lago Enriquillo, las que dependen fundamentalmente de los caudales subterráneos de los manantiales de las Marías, Las Barías, Boca de Cachón y la Zurza, a los cuales se suman los aportes superficiales de los ríos Las Damas, Barreras, Bermesí, Panzo, Guayabal, Blanco y el Penitente, cuyos caudales dependen fundamentalmente de las lluvias regionales.

Pocos saben que en el pasado geológico el río Yaque del Sur desembocaba en la zona de Azua, y que esa es la razón de la presencia de los gruesos depósitos de gravas y arenas que se encuentran en Azua, pero una posterior falla geológica regional, que corta parcialmente la sierra de Bahoruco, en dirección noreste,  motivó que el río Yaque del Sur hiciera un giro de casi 90 grados en la zona noroeste de Azua, y desde entonces se ha desviado hacia el suroeste.

 

Pero el lago Enriquillo ha existido desde antes de que el río Yaque del Sur se desviara desde Azua hacia el suroeste, y sus niveles han fluctuado durante decenas de miles de años, y desde mucho antes de que a finales de la década de los años 90 parte de las aguas del Yaque fuesen derivadas hacia la laguna de Cabral, para evitar que dicha laguna continuara secándose por la sequía y por la evaporación, ya que su extensión se había reducido de 36 kilómetros cuadrados a tan solo 9 kilómetros cuadrados. Recordemos que las sequías son cíclicas y las lluvias de tormentas también.

La existencia y la supervivencia del lago Enriquillo no están condicionadas a los caudales marginales que en épocas de tormentas le aporta el río Yaque del Sur, ni mucho menos ha de estar condicionada a la construcción o no de la presa de Monte Grande, como lo acaba de plantear un informe del PNUD, sino que la existencia del lago está condicionada a que los manantiales y los ríos vecinos le aporten anualmente al menos 750 millones de metros cúbicos de agua, para compensar la tasa de evaporación, la cual es del orden de los 2,500 milímetros anuales por cada metro cuadrado de superficie del lago.

Y para demostrar que las crecidas experimentadas por el lago Enriquillo, en estos dos últimos años, no han estado condicionadas por los caudales del río Yaque del Sur, ni por la ausencia de diques de contención de los caudales extraordinarios de las épocas de tormentas, hemos reiterado que los incrementos de los niveles del vecino lago Sumatra, han sido directamente proporcionales a los incrementos de los niveles del lago Enriquillo, y creemos que el PNUD sabe que el nivel superior del lago Sumatra está a unos 55 metros más alto que el nivel superior del lago Enriquillo, y que el agua no sube 55 metros sin la ayuda de un sistema de bombeo.

El río Yaque del Sur no es necesario para la supervivencia del lago Enriquillo ni para su equilibrio ecológico, pero la presa de Monte Grande si es necesaria para la supervivencia de los habitantes de la empobrecida región Suroeste de nuestro país, la cual ha sido siempre una región olvidada por todos los gobiernos y hasta por los ciudadanos que habitan en Santo Domingo, el Este y el Cibao, donde las frecuentes lluvias permiten que tengamos agua con tanta abundancia, que hasta la desperdiciamos y la contaminamos por no darle la debida importancia.

Los habitantes del Suroeste son tan dominicanos como todos los demás y tienen absoluto derecho a pedir que las aguas del río Yaque del Sur sean reguladas en Monte Grande para que en lugar de inundarles sus viviendas y sus predios agrícolas, en épocas de crecidas, los caudales excedentes sean represados y almacenados para el suministro permanente a sus acueductos y a sus canales de riego, aunque está claro que el INDRHI tiene que completar los estudios faltantes para esa presa.

Las conclusiones del PNUD sobre la presa de Monte Grande y sus potenciales impactos negativos al equilibrio del lago Enriquillo deberán ser revisadas, pues no son consistentes con la realidad hidrológica, geológica, hidrogeológica y ecológica regional.



El Día

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