El país de los excesos

El país de los excesos

El país de los excesos

Hay quienes aseguran que la República Dominicana es el país de los excesos, y como demostración alguien me ha hecho llegar la siguiente lista de situaciones que son características entre nosotros.

Dice que en la República Dominicana nadie está en una situación buena ni mala, sino buenísima o malísima.

Los lugares nunca quedan a una distancia más o menos cerca, quedan lejísimo o cerquitica.

Cualquier extranjero que nos visite por primera vez enloquecerá si oyera, como sucede corrientemente, a un electricista, plomero o cualquier técnico dominicano ordenando a su asistente:

“Tírame la vainita esa para aflojar la cosita redonda”; lo asombroso no es la tecnología en si; lo increíble es que el ayudante comprenda lo que se le está pidiendo… ¡Misterios de la lexicografía y la semántica dominicanas!

Tengamos en cuenta el estilo dominicano de dar direcciones: “Más allá del  parque, pasando la panadería, un edifico blanco con ladrillos arriba, ahí no es. Cuando tú llegues junto a una casa rosada con rejas verdes que tiene una mata de mango, es la casa al lado, la blanca con toldos azules”,  añadiendo de paso una fórmula misteriosa como “del lado de allá, no como quien va, sino como quien viene”.

Por ejemplo, concretar una cita “en la tardecita” o “en la nochecita”,  nadie sabe a ciencia cierta qué es la tardecita, que para unos es la tarde a primera hora y para otros la última parte de la tarde, ya cerca de la nochecita.

“A la seis y pico en punto”, que en todas partes es un chiste, para los dominicanos es una hora que puede corresponder a una realidad.

En una ocasión se oyó decir a un locutor de una emisora radial anunciar la “hora legal de la República Dominicana: las cinco y media pasaditas”.

Para contratar una carrera de taxi, el francés -pongamos por caso- sube en el coche y ordena: “25 rue Caucheman”; el inglés hace lo propio e indica: “34 Penington Road”, y ya.

El dominicano introduce media cabeza por la ventanilla  del auto y pregunta: “¿Cuánto me cobra por llevarme a Gazcue?”.

En caso de que el chofer acceda, el pasajero no indica la dirección de su destino, sino que se dedica a guiar al conductor: “En el próximo semáforo a la derecha… en la esquina a la izquierda, otra vez a la izquierda y después derechito por  la subida…”

En todas las partes, para expresar el sentimiento que inspira cualquier hecho o circunstancia, suele decirse, “me da miedo”, “me da rabia”, “me da asco” o “me da” lo que sea, según el caso; en nuestra República Dominicana decimos “me da cosa”… ¿Qué es cosa? ¡Valla usted a saber!



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