El lodo digital que asfixia a la sociedad
La sociedad dominicana está siendo asfixiada por el estiércol que se derrama en las redes sociales y que, lamentablemente, ha comenzado a contaminar a medios electrónicos convencionales.
La falta de rigor, la mentira descarada, el insulto como norma y el chantaje como arma han convertido el debate público en un lodazal en el que la verdad es la principal víctima.
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En este escenario, personajes sin escrúpulos han encontrado en el caos digital el caldo de cultivo perfecto para el improperio y la manipulación.
Con una audiencia cautiva y sin filtros, se presentan como adalides de la transparencia cuando, en realidad, son traficantes de falsedades y destructores de reputaciones. En su impotencia para ascender a la decencia, intentan arrastrar a todos al mismo nivel de miseria moral, como si la degradación colectiva justificara su propia podredumbre.
Lo más preocupante es que esta dinámica ha empezado a contaminar espacios que, por tradición, han sido profesionales.
Algunos medios han cedido a la tentación de la inmediatez y el sensacionalismo, abandonando la verificación y permitiendo que el ruido digital se infiltre en sus páginas, pantallas y dial.
Tristemente, este fenómeno se ha fortalecido en los últimos años al ser alimentado por el presupuesto publicitario del Estado.
En vez de dejarlos morir por inanición, desde instituciones públicas son engordados, ignorando que también ellos serán engullidos, como está ocurriendo.
Es urgente que la sociedad recupere la sensatez y exija mayor responsabilidad en la información. No todo lo que se publica merece ser creído, ni todo el que grita más alto tiene la razón.
La ética, el respeto y el compromiso con la verdad no pueden ser excepciones, sino reglas inquebrantables en el ejercicio del periodismo y la comunicación.
Si no frenamos esta avalancha de fango, terminaremos todos hundidos en él.
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