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En el centro del tejido urbano de la ciudad más antigua de América se encuentra un palacete construido en el primer cuarto de siglo, para don Juan Bautista Vicini Perdomo y su esposa doña Eugenia de Marchena, una de las familias más notables de Santo Domingo.
La mansión del periodo republicano se constituyó en el centro de la actividad social y cultural de la época y fue construida en hormigón armado, con cristales emplomados en las ventanas y pavimento de baldosas de cemento hidráulico con diseños de colores, mármoles y madera de parquet.
