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Desligar la Liga; un tren fuera de sus rieles

El Día Por El Día
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Hay cambio de mando en la Liga Municipal Dominicana, así lo acordaron quienes pueden hacerlo, se va alguien que las circunstancias lo llevaron a hacerlo bien, estaba obligado, no había de otra, pero el bizcocho no era de él y para retener santa barbarás ajenas no vale ave maría. Se lo llevan como en el billar de carambola en un concierto de poderes, con balas de salva. Manera inteligente de reducir los adversarios sin eliminarlos físicamente, rodeado, construirle mayoría, lo que fortalece la democracia formal que conocemos, la única que existe. Par de nalgaditas por las  buenas, siempre diplomático y luego una chupeta para calmar quejidos. Que se olvide de eso y coloque el episodio en el mismo lugar donde se encuentra su primera chaqueta.

Llega a la posición un gerente ansioso que quiere dejar una impronta, pero llega sin plataforma propia, con boletas prestadas, debilidad que si se aferra a la institucionalidad puede convertir en su mayor fortaleza. La LMD es una institución anciana, a su edad los miembros de las altas cortes están para retiro, envejecer es una virtud. Fue creada como instrumento de asesoría y planificación para los ayuntamientos y distorsionada por el clientelismo grosero.

Por mucho tiempo creí que la Liga no tenía sentido, aún tengo mis dudas, pero algo ha cambiado, ahora veo que puede jugar un buen papel en la lógica existencial del Estado, no solo de un gremio, con una visión diferente, orientada al conocimiento y la capacitación, una escuela de institucionalidad y formación ciudadana.

Aferrarse a la institucionalidad, implica tomar otro  rumbo a la luz del artículo 12 de la constitución, sobre la división política administrativa y todo el titulo IX del ordenamiento territorial y la administración local, la Ley 176-07 sobre el Distrito Nacional y los municipios, así como la Ley 498-06 que crea el Sistema Nacional de Planificación e Inversión Pública, apegándose además a la Ley de Compras y Contrataciones. En fin, todo el marco jurídico de cambios hacia la participación y la inclusión transparente.  La ola de reformas en la que estamos obligados a montarnos.

El desarrollo debe tener un espacio concreto, por lo que hay que territorializarlo, como lo han logrado la pobreza, la violencia y la corrupción, sin que nadie lo programe,  lo que obliga a promover una agenda municipal con nuevos paradigmas de planificación y gestión pública, democratizando la participación, universalizando los actores, actualizando las herramientas operativas y sobre todo entrelazar la agenda local con la estrategia nacional de desarrollo, coordinando los asuntos de Estado y de gobierno en su concreción en el municipio, haciendo de este su escenario.

Un centro de planificación participativa estratégica es una escuela de democracia que fomenta la gobernabilidad, la gobernanza y políticas públicas para el desarrollo. Todo lo demás es resultado, para que esto ocurra, a la Liga hay que desligarla de las viejas prácticas y ponerla sobre los rieles institucionales que demanda una sociedad acogotada por la hipertrofia estatal.

Hay un camino peligroso, que es el fácil, lo que en el lenguaje del evangelio sería “echar vino nuevo en odre viejo” o mirar al futuro corriendo de espaldas. Si en un vaso cae gas hay que lavarlo muy bien para que el agua no retenga ese mal sabor.

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